Crítica de Cómo perder a un chico en 10 días por Obscuritas

Andie trabaja para la típica revista enfocada de manera muy clara hacia un público femenino al que no le apetece demasiado pensar, ya que sólo hablan de maquillaje, chicos, dietas… Pues eso, lo típico, no pretenden cambiar el mundo, aunque Andie tenga mayores ambiciones que esas. Benjamin, por su parte, trabaja para una agencia de publicidad y, cansado de vender cosas sólo de hombres, quiere ampliar sus horizontes.

Precisamente por estas ambiciones y objetivos, ambos hacen apuestas en sus respectivos trabajos a cambio de mejores oportunidades. Andie está dispuesta a conquistar a un hombre y hacer todo lo que normalmente los espanta para perderlo en diez días, como dice el título de la película, y Benjamin quiere demostrar que puede hacer que una mujer se enamore perdidamente de él en diez días. Y así es como se encontrarán sus caminos, siendo el uno la víctima del otro y el otro del uno sin saberlo.

No deja de ser una comedia romántica con los factores que hacen que lo sea, además de que Matthew McConaughey hubo un tiempo en el que era el rey de este tipo de películas, y qué decir de Kate Hudson, también está en su salsa. Pero resulta interesante, dentro de que es también muy típico lo de que ninguno busca enamorarse y que no dejan de ser apuestas, mientras va pasando lo que se espera que pase, pero verla a ella hacer esos esfuerzos titánicos para que él pase de ella mientras él tiene que tragar con todo y más porque tiene sus propios objetivos resulta entretenido y divertido, aunque Andie puede llegar a ser bastante cargante, pero es la idea.

Quitando ese juego del gato y el ratón al que se someten el uno al otro, con sus diferentes estrategias como si se tratara de una partida de ajedrez o incluso de una gran batalla, sigue siendo una típica comedia romántica que en realidad sabes cómo va a terminar, y también tiene algo parecido a unas villanas que quieren entorpecer el proceso, pero en realidad sólo son el detonante de todo, no aportan gran cosa.

Es de esas películas que te pones teniendo muy claro lo que vas a ver y porque es justo lo que te apetece ver, para desconectar, para no pensar, porque es ligera, es simpática y los protagonistas tienen una gran química, que es lo mínimo que se le pide a una comedia romántica. Además esta es un clásico, y uno muy recomendable para olvidarse de todo durante algo menos de dos horas, aunque juegue en todo momento con la idea de que si un chico pasa de ti, tú eres el problema o es porque tú has hecho algo malo, un poco como Bridget Jones, y esa idea no me gusta nada, pero se puede pasar por alto.