Crítica de Belle por MrPenguin

El aclamado director y animador Mamoru Hosoda regresa por fin a la gran pantalla con su última y esperada película 'Belle', una reimaginación de 'La Bella y la Bestia' adaptada a la era digital y enfocada desde los problemas propios de la adolescencia. Para conseguir esta curiosa combinación, Hosoda centra su historia alrededor de Suzu, una estudiante introvertida y desconectada del mundo que un buen día descubre "U", una aplicación de realidad virtual con más de cinco mil millones de usuarios (tiembla, Facebook) donde todo el mundo puede encontrar una vía de escape dentro de su infinito abanico de posibilidades. Pero, como todos sabemos, al final internet solo es un reflejo del mundo real donde cada uno puede sacar a relucir a su verdadero yo —ya sea para bien o para mal— y Suzu pronto comenzará a darse cuenta de ello.

Esa enorme amplitud que el universo virtual de U nos ofrece se extiende también a la propia historia, la cual presenta demasiados personajes secundarios y subtramas que, en ocasiones, parecen no aportar demasiado. Sin embargo, la película sigue funcionando bien gracias a su espectacular animación, a su emotiva banda sonora y a la forma en la que Hosoda logra conectar con las nuevas generaciones y la cultura de internet. El director japonés no solo expone los devastadores efectos que el bullying, el odio y los prejuicios pueden ocasionar en aquellos que deciden asomarse a las redes sociales, sino que además muestra las distintas posibilidades que el mundo virtual nos tiene reservadas, haciendo hincapié en su capacidad para unir a las personas y mostrarnos lo que estas esconden detrás de sus avatares.

Quizás se queda lejos de los mejores trabajos de Hosoda, pero, en cualquier caso, 'Belle' brilla gracias a su mensaje de optimismo, a su deslumbrante despliegue audiovisual y a la forma en la que logra trasladar algunos problemas del mundo contemporáneo a un escenario de cuento clásico para recordarnos que, pese a todas las dificultades que la vida nos coloca en el camino, siempre habrá hueco para la esperanza.