Crítica de Aún sé lo que hicisteis el último verano por gjulo

Un año después del éxito de “Sé lo que hicisteis el último verano”, Danny Cannon toma el relevo de Jim Gillespie para dirigir una secuela que busca repetir la fórmula del slasher juvenil, trasladando la acción del pueblo costero original a un nuevo escenario: un campus universitario y, más tarde, unas Bahamas azotadas por tormentas. Sin embargo, lo que pretendía ser una prolongación natural del suspense veraniego se convierte en un ejercicio rutinario que evidencia el agotamiento de un subgénero. La película intenta mantener la atmósfera de tensión y misterio que hizo del original un éxito comercial, pero lo hace con una mezcla de eficacia técnica y total falta de inspiración. Los asesinatos, aunque más elaborados, carecen de sorpresa y de impacto real; los personajes, arquetípicos y poco empáticos, apenas sirven como vehículos de una trama predecible. La ausencia de Kevin Williamson en el guion se nota: el ingenio y la autoconciencia que dotaban al primer filme de cierta frescura desaparecen aquí, sustituidos por un desarrollo plano y diálogos funcionales. Cannon demuestra oficio en la puesta en escena, ofreciendo un producto visualmente pulido y con buen ritmo, pero sin alma. La tensión se sostiene más por inercia que por convicción, y el humor o la ironía que podrían haber aliviado el cliché brillan por su ausencia. Solo algunos momentos aislados (como la famosa escena de las lámparas UV, posteriormente homenajeada en “Destino final 3”) logran destacar en medio del conformismo general. “Aún sé lo que hicisteis el último verano” encarna lo mejor y lo peor del “neo-slasher” de finales de los noventa: técnica impecable, fórmulas agotadas y una estética publicitaria que sustituye el horror genuino por el brillo de catálogo. Es un entretenimiento fácil y olvidable, más agradable que otras secuelas del periodo (“Leyenda urbana”, “Halloween: Resurrection”), pero incapaz de recuperar la chispa del original.