Crítica de Alguien voló sobre el nido del cuco por BlackSwan
Redactada: 2025-05-15
Alguien voló sobre el nido del cuco es de esas películas que te agarra del cuello y no te suelta hasta el último fotograma. Desde el primer momento, sientes cómo la atmósfera te envuelve con su olor a recelo y pinceladas de humor negro. Nicholson se sale como McMurphy: un tipo carismático, con cojones y con más giros inesperados que una montaña rusa. Es imposible no engancharse a su energía contagiosa cada vez que aparece en pantalla, retando las normas con una sonrisa pícara que se clava directo al hueso.
Y luego está la enfermera Ratched, interpretada por Louise Fletcher, que es pura sofisticación retorcida. Esa forma tan fría de mandar y manipular lo convierte en un personaje con un poso de tensión constante. Cada plano en el que aparece te hace contener la respiración, porque sabes que algo oscuro está a punto de suceder. Cuando McMurphy y ella chocan, el choque no es solo físico o verbal, sino una lucha de voluntades que te mete de lleno en la vorágine psicológica.
El resto del reparto, con el jefe Bromden al frente, aporta un contrapunto humano brutal. Ver cómo estos personajes, con sus propias cargas emocionales, van formando una comunidad sobrecogedora es de lo mejor de la peli. Esa idea de que la locura, en ocasiones, es más una etiqueta social que una realidad, te deja dándole vueltas al coco mucho tiempo después de apagar la pantalla.
Forman domina el espacio como pocos: esos pasillos y salas blancas, casi hospitalarias, se transforman en una cárcel mental, donde cualquier acto de rebeldía brilla con luz propia. Y la cámara de Wexler sabe cuándo acercarse al gesto más sutil y cuándo abrirse para mostrar la inmensidad del encierro. La banda sonora acompaña sin estridencias, subrayando cada momento de esperanza o abatimiento sin armar ruido.
Alguien voló sobre el nido del cuco es un torpedo emocional que equilibra poderosos discursos sobre autoridad y libertad con momentos de humor ácido y camaradería inesperada. Una obra que, aunque rodada hace décadas, sigue presentando un espejo brutal sobre cómo funcionan las estructuras de poder y sobre el valor de plantarse y gritar “¡hasta aquí!”.
Y luego está la enfermera Ratched, interpretada por Louise Fletcher, que es pura sofisticación retorcida. Esa forma tan fría de mandar y manipular lo convierte en un personaje con un poso de tensión constante. Cada plano en el que aparece te hace contener la respiración, porque sabes que algo oscuro está a punto de suceder. Cuando McMurphy y ella chocan, el choque no es solo físico o verbal, sino una lucha de voluntades que te mete de lleno en la vorágine psicológica.
El resto del reparto, con el jefe Bromden al frente, aporta un contrapunto humano brutal. Ver cómo estos personajes, con sus propias cargas emocionales, van formando una comunidad sobrecogedora es de lo mejor de la peli. Esa idea de que la locura, en ocasiones, es más una etiqueta social que una realidad, te deja dándole vueltas al coco mucho tiempo después de apagar la pantalla.
Forman domina el espacio como pocos: esos pasillos y salas blancas, casi hospitalarias, se transforman en una cárcel mental, donde cualquier acto de rebeldía brilla con luz propia. Y la cámara de Wexler sabe cuándo acercarse al gesto más sutil y cuándo abrirse para mostrar la inmensidad del encierro. La banda sonora acompaña sin estridencias, subrayando cada momento de esperanza o abatimiento sin armar ruido.
Alguien voló sobre el nido del cuco es un torpedo emocional que equilibra poderosos discursos sobre autoridad y libertad con momentos de humor ácido y camaradería inesperada. Una obra que, aunque rodada hace décadas, sigue presentando un espejo brutal sobre cómo funcionan las estructuras de poder y sobre el valor de plantarse y gritar “¡hasta aquí!”.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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