Críticas de El sexto hijo

Adaptación de una novela, “El sexto hijo” confronta el deseo de maternidad con la moral y la ley, ofreciendo una conmoción social de gran magnitud, con el riesgo evidente de caer en la caricatura social. Pero, afortunadamente, la ópera prima de Léopold Legrand navega hábilmente entre las dos familias implicadas, una en apuros económicos, la otra privilegiada, y muestra con la misma habilidad las diferencias entre mujeres y hombres a la hora de embarcarse en una "transacción" dudosa pero creíble, dadas las circunstancias. El tema está brillantemente captado, y cuando se nos dice repetidamente que el deseo de comprar este niño no tiene sentido dados todos los medios disponibles para adoptar hoy en día, el guión revela gradual e inteligentemente los porqués de esta elección. También hay un elemento de suspense bien gestionado, ya que tememos por los protagonistas y nos preguntamos cómo acabará todo. A pesar de que la dirección de la película es un poco demasiado comedida, lo que es comprensible teniendo en cuenta lo que está en juego y el potencial de chantaje emocional, “El sexto hijo” logra desafiarnos a pensar en cómo cada uno de nosotros podría actuar en una situación así. Es raro decirlo, pero cuando todo el reparto de una película está en sintonía y es estupendo, hay que decirlo. Y los cuatro actores que forman las dos parejas de esta película, "El sexto hijo", son excelentes. Cada uno interpreta un papel bien desarrollado y bien escrito, con sus propios tormentos, emociones, convicciones, sensibilidades, lógica y reacciones que son únicas y comprensibles para el espectador. Así que nos ponemos en su piel, porque suenan a verdad y el proceso de identificación para el espectador es total. Los cuatro son buenos personajes, ninguno es caricaturesco ni toma el camino fácil, y evitan todos los clichés hasta tal punto que no se puede encontrar uno mejor que otro. La familia pobre y religiosa está lejos de ser estúpida, a pesar de su falta de educación, mientras que la pareja de clase media no se queda en esa forma acomodada e inaccesible que a menudo se utiliza para retratar a los ricos en las películas sociales. En definitiva, cada uno decide lo que quiere ver, ya que la prioridad de la película es la felicidad de la pequeña que está a punto de nacer en el mundo.