Resulta sorprendente que una historia como la de Erzsébet Báthory, también conocida como «La Condesa sangrienta» por sus supuestos —y numerosos— crímenes, haya inspirado tan pocas películas, pero más aún que todas ellas, en mayor o menor medida, parezcan renegar de tan macabro legado. Una siniestra biografía envuelta en misterio, sangre y obsesiones que en esta ocasión, y como ya sucediera en 'Bathory: Countess of Blood', prefiere dejar de lado todo aquello más ligado a su, por otra parte, mitificada leyenda para acercarse, a cambio, a su lado más humano. A la mujer detrás del personaje. A esa Erzsébet aterrorizada por la pérdida de la juventud, envidiada por su posición social y cuestionada, como tantas otras mujeres a lo largo de la historia, por el mero hecho de no haber nacido hombre. Algo con lo que la película, pese a no renunciar tampoco al lado más sádico del relato, juega constantemente para sugerir que todo cuanto sabemos acerca de su protagonista no ocurrió, quizás, tal y como la historia se ha encargado de contarnos.
Un punto de vista ciertamente interesante que Julie Delpy, haciendo las veces de directora, guionista y actriz principal, se encarga de trasladar a una película sobria, contemplativa y mucho más contenida de lo que a primera vista podría parecer. Alejándose así del morbo fácil, Delpy nos entrega una Erzsébet de corte principalmente trágico, más víctima que verdugo y cuya caída no obedece tanto a sus propios —y desmesurados— anhelos como, por el contrario, al temor infundido en aquellos que ansiaban su poder. Esto no quiere decir que no vayamos a ver torturas, asesinatos y baños de sangre, pero siempre bajo la mirada recatada y aséptica, distante incluso, con la que la directora aborda un relato que habría funcionado mucho mejor como cuento de terror que, desde luego, como la relectura misericorde que quiere ofrecernos del personaje. Poco riesgo para una película tan correcta como desaprovechada y cuyo mayor acierto reside, sobre todo, en su forma de recordarnos que toda historia está escrita, incluida la que aquí nos ocupa, por quienes sobrevivieron para contarla.
Valoraciones en tu crítica: