Críticas de Reza por el diablo

¿Y esta película está en el top 10 de Netflix? Pues sí que está bajo el listón

Otra película de posesiones que ofrece la habitual batalla entre sacerdotes exorcistas y fuerzas demoníacas aferradas como garrapatas inmundas a los cuerpos de pobres inocentes. Como todos sabemos, en este terrorífico subgénero, pocos largometrajes consiguen desmarcarse de los códigos más manidos a base de huesos dislocados, cabezas giratorias y grandes voces dispuestas a soltar las peores insensateces, pero Daniel Stamm, autor de 'El último exorcismo', que era una variante bastante original y acertada (una película de terror en forma de falso documental en la que un ficticio exorcista se enfrentaba cara a cara con un caso demoníaco real), tenía todo el derecho a esperar una película que sacudiera los convencionalismos establecidos, sobre todo después de nueve años alejado de la gran pantalla (su remake de '13 pecados' data de 2014). Y, con su ambientación más bien novedosa de una escuela de exorcistas (en este caso, una rama de la vaticana ubicada en Boston debido a un repunte de casos de posesión), en la que una joven monja intenta hacerse un hueco en un entorno exclusivamente masculino abogando por una conexión personal con las víctimas de los demonios para sanarlas más allá de los ritos sagrados, la película podría haber insinuado vagamente que tenía algo más que ofrecer sobre el tema....
Pero no es así. En cuanto la cinta establece el hecho de que su heroína va a ser el objetivo de una fuerza maligna que se alimenta de sus propios demonios interiores, "Reza por el diablo" se encuentra completamente atrapada en una narrativa tan limitada como predecible, cada uno de los tormentos del pasado de la monja se hace explícito por la redundancia de ciertas secuencias (las entrevistas convenientes), acontecimientos más que oportunos para empujarla a confrontarlos (lo que concierne a su amigo sacerdote) o giros raros y cansinos que completan el carácter risible de estos últimos. Incapaz de sacar algo realmente sorprendente de su argumento (aunque había mucho que hacer con los "pacientes"... que básicamente se reducen a dos casos) o de sus personajes particularmente insípidos (a lo que no ayuda una actuación más que tibia), Este largometraje nunca abandona su camino establecido hacia una batalla entre su heroína y lo que la está devorando desde dentro en su representación más literal a través de este demonio perversamente adicto a ella. Y no esperen que Daniel Stamm compense este oscuro asunto con escenas de exorcismo o manifestaciones demoníacas asombrosas: incluso en ese aspecto, la película se contenta con desplegar una retahíla de los efectos más básicos del género, a veces dominados con cierta eficacia, pero tan banales hoy en día que difícilmente impresionarán a quien se aventure por primera vez en este tipo de películas (o por segunda vez, vamos). Aparte de la extraña tendencia del demonio a creerse el Cristiano Ronaldo del Inframundo, no hay realmente nada muy innovador en estas secuencias - la batalla final contra el Mal consigue incluso ser aún más olvidable que las anteriores, lo que ya es el colmo -. Quizá los espectadores más novatos en el cine de posesión encuentren una pequeña cuota de emoción a la que hincar el diente, pero quienes conozcan todos los entresijos desde hace años caerán rápidamente presos de un profundo aburrimiento a medida que avance la película.