
Rakel Lenora Fløttum
Ida
Cuatro niños se hacen amigos durante las vacaciones de verano y, fuera de la vista de los adultos, descubren que tienen poderes ocultos. Mientras exploran sus nuevas habilidades en los bosques y patios de recreo cercanos, su juego inocente da un giro oscuro y comienzan a suceder cosas extrañas.
Decir de este segundo largometraje de Eskil Vogt, guionista habitual de Joachim Trier, que es un cruce entre "Chronicle" y "Déjame entrar" es sin duda demasiado simplista, pero voy a partir de esta mezcla simplista con el objetivo, espero, de expresar todo mi entusiasmo por estos "Inocentes" como ningún otro. Personajes jóvenes, poderes y todo lo que sobrevendrá en términos de autodescubrimiento, elecciones y vaivenes morales, la comparación con "Chronicle" es evidente pero, donde la película de Josh Trank no era necesariamente de una finura absoluta en su progresión, la película de Eskil Vogt tiene la inteligencia de centrarse mucho más sutilmente en los niños, en una etapa de la vida en la que las emociones aún están en carne viva, tan primarias como fluctuantes, con una percepción del bien y del mal aún en ciernes. Y ahí, claro, es donde entra la referencia a "Déjame entrar", porque además de compartir el escenario de una desolada urbanización de un suburbio urbano y ese ambiente nórdico que busca envolvernos visceralmente dentro de la frialdad de su realismo, ambas películas sitúan su barómetro a la altura de sus descuidadas cabecitas rubias, aprovechando su naturaleza volátil inherente al aprendizaje de nuevas emociones para amplificarlas a través del prisma de elementos fantásticos. Al igual que la película de Tomas Alfredson, "The Innocents" cuenta con jóvenes protagonistas finamente tratados en este sentido, la mayoría de los cuales ya se ven empujados a las profundidades de la brutalidad psicológica que nadie de su edad debería tener que soportar (la heroína Ida, por ejemplo, intenta existir a la sombra, desgraciadamente omnipresente, del autismo de su hermana mayor), con la habitual huida hacia una mezcla de lo imaginario, la amistad solidaria y experimentación de nuevas sensaciones ante la materialización de conceptos hasta entonces abstractos en la mente de un niño, se desvía aquí hasta su paroxismo con la aparición muy real de dones extraordinarios. Y, Eskil Vogt da en el clavo con esta idea, ¡pero que muy en el clavo! Con un lenguaje visual que recoge maravillosamente el aspecto sensorial de estos poderes que se han convertido en la emanación literal de las conmociones interiores vividas por estos niños. “The Innocents” juega brillantemente con las reminiscencias de emociones casi primitivas del espectador, multiplicándolas por diez de manera asombrosa a medida que las pruebas que estos pequeños amigos tienen que pasar se vuelven cada vez más violentas e inauditas. Al principio, los primeros actos de los niños -algunos de ellos muy malsanos, pero fruto de su búsqueda de la personalidad y del sentido de la moralidad- sirven para poner a prueba sus límites (y los de sus padres), al tiempo que revelan un dolor que les cuesta expresar. A medida que progresan sus habilidades, vistas como los primeros signos de la prepubertad, todo salta por los aires, correlacionando esta búsqueda del yo con la manera de afrontar este malestar en el umbral de la moralidad. La situación degenera rápidamente y se vuelve francamente explosiva, obligando sobre todo a Ida a afirmarse más rápidamente de lo que debería y a encontrar soluciones para desbaratar a su némesis, que ha tomado una dirección completamente opuesta, todo ello sin ningún apoyo exterior. Al ser designado claramente como el principal culpable de sus fallos, el mundo adulto se ve condenado de hecho a no poder interferir nunca en una posible resolución de los acontecimientos. Su incomprensión y, sobre todo, su pasividad frente a su prole se encarnan más concretamente en el papel de peón irónicamente secuestrado por los instintos vengativos de los que él mismo es fuente (lo que da lugar, una vez más, a una serie de actuaciones devastadoras en términos de sufrimiento psicológico), y esta ceguera permanente se convierte incluso en el escenario perfecto para un acto final en el que cualquiera que haya cerrado las puertas de la infancia tras de sí queda reducido de hecho a la condición de extra. En la banalidad de la vida cotidiana y en una multitud totalmente ajena a lo que sucede, estos "Inocentes" que ya no lo son realmente, están obligados a responsabilizarse ellos mismos de las desviaciones que sus propios mayores han creado con su irresponsabilidad... Tan desgarradora como atípica por el caos de emociones infantiles profundamente enterradas que evoca, "The Innocents" fue la primera gran película de terror/fantasía de 2022.
Cómo logra Eskil Vogt crear una atmósfera perturbadora que abraza el terror mientras oscila entre la inocencia y la aventura infantil, es asombroso. Muy poco necesita el noruego para crear en 'The Innocents' una lucha entre el bien y el mal que ridiculiza a blockbusters de nueve cifras y aparatosas producciones por el efecto conseguido. Algunos cabos sueltos para terminar de redondear la obra pero me deja muy buen sabor, a ver si Vogt, coguionista habitual de Trier, encuentra más tiempo para dirigir más películas.
Lo que a simple vista pueda parecer un tibio juego de niños, terminará desencadenando un maremoto en las vidas de cuatro familias que dejará una huella latente de por vida. El director noruego Eskil Vogt, asiduo guionista de Joachim Trier destacando en otra película del mismo estilo como 'Thelma', nos ofrece un relato de terror psicológico protagonizado por cuatro niños extremadamente diferentes, pero unidos por la innata soledad de vivir la infancia rodeados de padres que trabajan todo el día y terminan por no tener ni un minuto que ofrecerles. 'The innocents' es prácticamente un thriller psicológico con toques sobrenaturales y fantásticos que explora la infancia, el aislamiento y el ansia que todo ser humano siente de establecer relaciones de cariño con otras personas. Aunque acabe yéndoseles de las manos, lo que todos los niños quieren al final, es pertenecer a un grupo que los apoye incondicionalmente. Siendo así, la historia comienza con la llegada de Ida, Anna y su familia a un bloque de viviendas estándar de los suburbios de Oslo. Estando en verano y sin nada que hacer, conocerán a Aisha y Ben, dos niños del mismo bloque que les mostrarán una existencia hasta entonces desconocida para las dos hermanas; pues ambos poseen poderes mentales, lo que provocará que sus juegos inocentes, escalen rápidamente hacia una ola de violencia sin escrúpulos.
Con una atmósfera asfixiante, una trama sencilla que se va construyendo minuto a minuto como si de un puzzle se tratase, nos encontramos con un film de lo más sorprendente pero del que esperaba un toque de terror más intenso. Aún con todo, se trata de una de las pruebas definitivas de que tanto el cine como las series nórdicas, tienen mucho que ofrecer al género del terror más introspectivo y, por ende, el que más angustia provoca.
Película que se podría considerar casi de terror super heroico, como por ejemplo aquella Brightburn y curiosamente ambas tratan con niños, solo que los nórdicos lo enfocan de otra manera.
El terror creo que reside, en como indica el título, la inocencia, ya lo mostraba "Quien puede matar a un niño" de forma mas literal.
Siempre que veo una película en la que dirigen tan bien a los niños y niñas me asombra. Me gusta como cada uno tiene su papel de superhéroe. ***contenido con spoilers***
Una propuesta muy interesante, director a tener en cuenta para futuros proyectos.
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