Una noche en Los Ángeles se convierte en una guerra psicológica de supervivencia cuando un conductor de Uber, James y su pasajera, Jessica, recogen a Bruno, que es carismático pero manipulador.
El problema de Ride, fundamentalmente, está en su falta de originalidad presentando una situación que ya hemos visto otras veces, sobre todo en Collateral, de la que se convierte casi en una versión simplificada , y en la que se puede anticipar prácticamente todo el desarrollo de la película. Pese a ello, el buen trabajo de los tres actores que sostienen en sus hombros la totalidad del peso de la película permite encontrarnos más de un momento de disfrute que se no olvide ese olorcito a dejavu. No solo Bella Thorme, actriz con el suficiente carisma como para atraer nuestra atención los menos de 80 minutos de film, sino también un Jessie T. Usher solvente y la revelación de Will Brill, aunque su papel de villano se vea venir antes de tiempo. Sin embargo, un mal final, apresurado, predecible y poco estimulante, acaba de tirar por el suelo de nuevo el trabajo de los actores y los aciertos de ritmo y tono del filme, dejando un sabor de boca fina demasiado decepcionante.
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