Si el director-guionista ha vivido una historia similar, hay que decir que el ligue soltero que se enamora sin querer es un argumento habitual en el cine. El guión está lleno de detalles realmente divertidos (la expresiva interpretación de Arnaud Ducret es hilarante, entre otras cosas), pero adolece de una trama blanqueada que no sorprende en exceso, que recurre a los clichés habituales tratando de evitarlos. Como resultado, la historia oscila entre momentos de gracia y humor, con los clichés del género y un ritmo de montaña rusa. En otras palabras, tras un comienzo convencional muy típico de comedia de moda, esta película consigue evitar los grandes y pesados gags, estableciendo en su lugar situaciones esperadas pero bien descritas e incluso analizadas por los propios dos protagonistas ...
Más que el humor barato, lo que funciona son los giros o inversiones de estas situaciones inevitables...Arnaud Ducret, como he mencionado antes, hace un buen trabajo como el inquilino que se supone que es el anfitrión, al igual que Louise Bourgoin, y su dúo no se desvía demasiado hacia las tonterías que podríamos haber imaginado...
Esta última resulta bastante creíble como madre cariñosa y comedida, ya que su interpretación es cada vez más precisa, y para tranquilizarnos, ¡sus dos hijos no son las temidas caricaturas de dos diablillos ingobernables! Así pues, aparte de algunos números muy fuertes y sugerentes de Arnaud Ducret de los que habríamos podido prescindir, la historia no apuesta por la originalidad ni por una gran psicología, pero se puede apreciar por su naturalidad, ¡así como por la construcción de esta relación que no era necesariamente evidente al principio! Algunos momentos son casi conmovedores, mientras que el final, previsible a leguas, se nos presenta con humor y un toque de locura. A pesar de todo, es un buen rato, conmovedor y divertido sin llegar a agobiar.