Ya lo dijo el mismísimo Albert Einstein: "Tres cosas son infinitas: la estupidez humana, el universo y la saga de Hellraiser". De hecho, resulta curioso que una franquicia en la que solo hay dos películas que valgan la pena (las dos primeras) haya llegado hasta su undécima entrega, y más teniendo en cuenta que hace ya mucho que su fórmula parecía completamente agotada. Es por tanto evidente que hay algo especial en esta saga, una mezcla de nostalgia y fascinación que la mítica película de 1987 ha seguido arrastrando con el tiempo y que Clive Barker, autor del libro que dio origen a todo y ahora productor, ha querido rescatar con 'Hellraiser' (con el título no se han roto la cabeza, todo sea dicho), un reboot de la historia original con el claro objetivo de mantener su esencia y, al mismo tiempo, adaptarla a la época actual.

La pregunta entonces está clara: ¿merece la pena este reinicio? Personalmente, y como gran seguidor de Hellraiser, he de decir que esta me ha parecido la mejor entrega desde la segunda, aunque, eso sí, con varios peros. Yendo primero a lo positivo, salta a la vista que la franquicia ha dado un salto de calidad en el aspecto visual, lo cual también ayuda a que podamos disfrutar como nunca de su divertido festival de gore y de todas y cada una de las creativas, sangrientas y dolorosas muertes de las que seremos testigos. En el otro lado de la balanza tenemos una historia que, aun funcionando bastante bien, peca de arriesgar demasiado poco, de repetir conceptos ya muy explotados dentro de la saga y de ofrecernos unos personajes excesivamente planos y unidimensionales. En definitiva, un reboot algo descafeinado que, sin embargo —y ya sea por méritos propios o por deméritos del resto de secuelas—, logra situarse como un correcto pasatiempo y como un prometedor resurgimiento para este apasionante universo. Así que rezad lo que sepáis, porque el infierno está de vuelta y parece que lo ha hecho para quedarse.

Hellraiser es una película de terror y gore.

Una chica se hace con un extraño rompecabezas, y decide trastearlo sin saber que está convocando a los Cenobitas, unos seres macabros que tienen por objetivo impartir dolor.

La película es un remake de una de esas sagas que quedó agotada en la segunda o tercera entrega pero ya llevaban como 8 ó 10 películas, aquí en lugar de hacer "una más", han preferido hacer un reinicio.
Y bueno, dentro de lo que cabe, está pasable, en su parte de terror, la película alcanza ese puntito de mal rollo, aunque no destaca por tener demasiados sustos, pero sí crea un clima oscuro que no está mal, y en su parte gore, aunque da grima su par de veces, esperaba algo más de desmembramientos y estas cosas típicas de Cenobitas.

Así, nos queda un remake aceptable, actualizado, con unos Cenobitas que en algunos casos resultan molones (uno de ellos me ha hecho pensar en Silent Hill), y una película cuya estructura es básicamente la de siempre, pero que cumple sin pasarse de rosca con el gore y las vísceras.

Durante la primera mitad de la película tenía cierto grado de indignación porque estaba viendo pocas cadenas y desollamientos, luego lo arreglaron así que estamos contentos.
¿Fallos? Los personajes humanos son bastante pesados y poco interesantes, yo en mi cabeza estaba pidiendo que los mataran. El guión es flojito y hay algunos diálogos que parecen escritos en un parbulario.

Buen diseño de cenobitas, les falta algo más de presencia para mi gusto. Utilizan bastante efectos prácticos, podrían haber usado más, pero bien. Para pasar un "buen rato".

Mira que la he visto sin esperar gran cosa, ha empezado bien, la cosa prometía pero al final no. Los efectos especiales son malísimos, hasta en la original de 1987 son mucho mejores. Que los "pinchos" sean alfileres de boda, como que no me convence y los "cuerpos" de los cenobitas parecen de plástico basto y malo. Le ha salvado un poco que me encanta el gore y ha habido escenas bastante desagradables, de las que disfruto.
Quizá si no has visto ni la primera ni la segunda te pueda gustar, si no es el caso, mejor será que veas otra cosa.