A una joven graduada en filosofía la invita a pasar un fin de semana en el campo una amiga, que también lleva a su padre y a su joven amante. Las circunstancias hacen que la joven y el padre de su amiga se queden solos.
Es curioso que gustándome directores que son tan comparados con Rohmer, hablo de Hong Sang-soo y de Ryûsuke Hamaguchi, las dos que he visto del cineasta francés me hayan gustado tan poco. Una de las principales diferencias la encuentro en que el cine del coreano y del japonés me absorbe por completo, me traslada a su historia, su ambiente, sus personajes, y me envuelve en todo ello. Con Rohmer no me ocurre porque sus diálogos pseudointelectuales están cargados de un gusto por la teorización que agota. Teorizar sobre cualquier cosa, ya sea algo trivial, abstracto o un concepto complejo. Lejos de los dos que sí cuentan con mi favor y que saben cuando usar los silencios, el francés opta por el extenuante "blablabla", que Woody Allen también lo hace muchas veces pero tiene un toque, una magia en realidad, que lo hace completamente diferente. Finalmente, debo reconocer que me soprende ver a quien habla de naturalidad en una obra con unos diálogos como esta, la naturalidad muchas veces se deriva de la trivialidad y de la sencillez, no de la verborrea artificial que se produce en esta obra. Aun así, mantengo la esperanza en encontrar alguna obra en su filmografía que mejore mi opinión y experiencia.
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