Críticas de Yo maté a mi madre

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Un adolescente desarrolla poco a poco un odio visceral hacia su madre, una mujer muy pasiva que le transmite sentimientos de culpa. Todo en ella le resulta irritante, desde su comportamiento vulgar hasta su mal gusto en el vestir. Pero, por mucho que el chico la cubra de reproches, ella o finge indiferencia o se limita a afearle su conducta.

2009
96 min
Drama

RESEÑAS Y VALORACIONES DE Yo maté a mi madre

Crítico maestro
PTG 111
7.5 / 10
“- ¿Qué harías si me muriera hoy?, - Me moriría mañana”.

Con tal solo 19 años, Xavier Dolan produce, dirige y protagoniza ‘Yo maté a mi madre’ adaptando un guion que él mismo había escrito a la tierna edad de 17 años. Mientras muchos de nosotros estábamos atrapados en crisis existenciales, un infantilismo difícil de disimular y ganas de dejar la Universidad, él ponía los cimientos de su carrera artística, cambiando la forma de ver las relaciones materno-filiales y llevándose alguna que otra ovación en Cannes. Casi nada. En esta obra, al igual que en la magistral ‘Mommy’, el epicentro de la película se sitúa en la histriónica relación que comparten Hubert y su madre Chantale. Chantale es la típica madre divorciada de mediana edad que vive una vida de decepciones, mientras que Hubert es un joven rebelde que no comprende el mundo que le rodea y parece que el mundo tampoco quiere comprenderlo a él. Para mí la clave del filme se sitúa en la frase que destaco al inicio, porque a fin de cuentas el amor de una madre siempre te va a abrazar en tus momentos más oscuros, aunque tú no quieras. Un abrazo cálido, de comprensión y lleno de silencio. La complejidad de su relación nos lleva a presenciar momentos de una incomodidad palpable donde la tensión atraviesa la pantalla como una luz cegadora y nos deja un poco atolondrados. Tampoco nos resulta muy descabellada la idea de "odiar" a nuestros padres, dudo que sea la única que se haya descubierto a sí misma en más de una ocasión aborreciendo manías, gestos o mismo sonidos de nuestros progenitores. No son seres perfectos al igual que nosotros tampoco lo somos y en esta inmortal dicotomía se encierran todos los problemas (y el amor) del universo.
Es cierto que existen elementos que no terminan de encajar y que hay también elementos que me sobran, pero como ópera prima no puedo hacer nada más que alabar semejante trabajo de un hombre que tiene más talento en una uña del pie que yo en todo mi ser. Además de que la última media hora es espectacular.

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