Seguramente, detrás de la vida de toda persona que haya hecho algo relevante hay una historia atractiva para contar si se hace de la forma adecuada. La vida del doctor Ben Carson, sin duda, cumple con esos parámetros y su epopeya vital permite dar pinceladas en muchos temas relevantes que se van dejando ver en el filme sin recurrir a demasiadas sutilezas. Así, la película peca de tomar los caminos más evidentes y tópicos, pero que siguen funcionando tan bien como el chiste de "mistetas" en un aula de segurndo de primaria. Los minutos transcurren veloces, sin complicaciones, con emociones y con el ritmo de lo que toda la vida se ha llamado un telefilm y cuando llegas al final recibes el premio de los estperados cartelitos que te completan la historia "fulanito consiguió..." y que te hacen sentir que el mundo es más chuli de lo que Haneke te dice.
Entre medias, el filme acusa cierta desconexión entre las escenas, con elipsis temporales demasiado largas y que invitan a preguntarse como pasó el protagonista de esa situación a la siguiente. Pero tampoco está uno para muchas exigencias si a los tres minutos el director consigue que tengas que recurrir al pañuelo para limpiarte la lagrimita.
Así pues, "feelgood movie" que no por convencional deja de tener su interés.

"El mundo en sus manos" es una de esas pelis que no solo te cuentan una historia, sino que te dejan pensando en la tuya propia. No es la típica biografía fría o centrada solo en éxitos profesionales. Aquí hay alma, hay lucha real, y sobre todo, hay fe. Lo que más me gustó es que no intenta disfrazar las dificultades con frases bonitas ni clichés: muestra el esfuerzo diario, los fracasos, los momentos en los que uno está por tirar la toalla… y también cómo, con fe en Dios y una madre que no se rinde, todo puede cambiar.

El personaje de Ben, interpretado por Cuba Gooding Jr., transmite una mezcla brutal de humildad y determinación. No es el típico genio perfecto. Es un niño con muchas heridas, que va creciendo a base de tropiezos, pero que va encontrando su lugar gracias a una fuerza interior que viene claramente de lo alto. A mí me removió mucho porque te hace preguntarte: ¿qué estoy haciendo con lo que tengo? ¿Estoy rindiéndome demasiado pronto?

No es una historia que te deje indiferente. Te confronta con tus propias excusas. A mí me hizo querer estudiar más, creer más, y rendirme menos. Y lo mejor de todo es que no se hace pesada ni moralista. Es clara, directa, y con una sensibilidad muy especial para mostrar que el talento por sí solo no basta, que hace falta trabajo, fe, y una visión más grande que la nuestra.

Si necesitas un chute de motivación que no venga de frases vacías, sino de una historia real llena de sentido, esta es tu peli. La ves con el corazón y la terminas con ganas de dar lo mejor de ti.