Críticas de La Maison en Petits Cubes

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Un anciano vive en una ciudad casi inundada; así que continuamente debe construir una planta más sobre su apartamento debido al incesante crecimiento del nivel del agua. Al realizar la última mudanza, se le cae su preciada pipa y decide bajar a rescatarla. Cuando logra recuperarla, inicia un viaje retrospectivo a través de los mejores momentos de su vida.

2008
12 min
Animación

RESEÑAS Y VALORACIONES DE La Maison en Petits Cubes

✪ Crítico estelar ✪
PTG 111
7.5 / 10
Una ciudad anegada por el incesante aumento del nivel del mar sirve como punto de partida para 'La maison en petits cubes', uno de los cortometrajes de animación más aclamados de la historia y una maravillosa metáfora sobre el inevitable paso del tiempo. La creciente amenaza del agua bajo sus pies llevará a nuestro protagonista, un anciano solitario, a ir añadiendo piso tras piso a su casa para así poder seguir viviendo. Un día, en una de sus habituales mudanzas hacia arriba, su preciada pipa cae al agua y decide enfundarse en su viejo traje de buzo para recuperarla, embarcándose así en una sucesión de emotivos flashbacks por los recuerdos que las antiguas y sumergidas estancias de su casa le evocan. La razón por la que el anciano se aventura en un descenso hacia el fondo del mar es el mismo por el cual sigue construyendo plantas en lugar de simplemente marcharse de allí: por ese misterioso sentimiento de arraigo que nos mantiene aferrados a todos esos lugares y momentos que una vez nos hicieron felices y que, por muchos años que pasen, siguen y seguirán siendo nuestro pequeño espacio seguro.

El estilo de animación, pese a ser bastante sencillo, encaja perfectamente con el mensaje del corto al aportar un estilo de trazo poco definido, deformado incluso, que establece ciertos paralelismos con la forma en la que nuestra propia memoria funciona. Al fin y al cabo, sumergirse en el abismo de los recuerdos significa alejarse cada vez más de la superficie de la realidad, pero es también un proceso necesario para apreciar la belleza intocable de lo que ya quedó atrás y, al mismo tiempo, para entender que siempre hay que seguir nadando para mantenerse a flote. Valiosas reflexiones para este melancólico, conmovedor y más que recomendable retrato sobre el innegable valor de la nostalgia, sobre el peso de los recuerdos y sobre nuestro fugaz viaje por ese profundo océano que es la vida.

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