Hirokazu Koreeda vuelve a explorar uno de sus temas favoritos —el de la familia— con 'De tal padre, tal hijo', la historia de dos parejas que descubren, seis años después, que sus hijos fueron intercambiados al nacer debido a una negligencia. El director japonés utiliza ese punto de partida para plantear una serie de dilemas morales y, sobre todo, poner en tela de juicio qué es lo que implica realmente ser padre y cómo se cimentan los lazos emocionales. Estas cuestiones ganan todavía más interés gracias a la forma en la que Koreeda construye a los padres de ambas familias: por un lado a Ryōta Nonomiya, un hombre pudiente, severo y disciplinado; y por otro a Yūdai Saiki, mucho más modesto, cercano y laxo en cuanto a las normas. Ambos han criado a sus hijos de maneras muy diferentes y, del mismo modo, tendrán distintas formas de afrontar la situación y evolucionar respecto a ella.

Como es habitual en el cine de Koreeda, el director también hace gala de su gusto por el costumbrismo y de su facilidad para retratar la cotidianidad; algo que nos permite acercanos sin esfuerzo a la cultura nipona y comprender a los personajes dentro del contexto de su país. Sin embargo, más allá de esa disección que Koreeda hace de la sociedad japonesa, 'De tal padre, tal hijo' es, ante todo, una conmovedora historia en la que se ponen en duda algunos valores muy arraigados sobre el concepto de familia y, especialmente, sobre el valor de los vínculos forjados en base al afecto frente a la importancia de aquellos determinados por la sangre. Muy recomendable.

En 'De tal padre, tal hijo', Koreeda nos invita a reflexionar sobre el verdadero vínculo entre padres e hijos o, dicho de manera más trascendente, sobre qué es lo que une y conforma a una familia. Es un precioso, triste y reconfortante drama que cuenta con unas brillantes interpretaciones y el temple tan único del director japonés que se mantiene firme aun con la tentación y facilidad que supondría caer en el melodrama, un vigor que lo caracteriza. Muy buena.

Otra gran película sobre la familia del maestro Koreeda. Esta vez, sobre un caso muy particular.

Muy acertado por haber elegido su país para rodarla, ya que en occidente sería totalmente distinto, e incluso puede que no hubiera película.

El contraste entre las dos familias y la evolución del protagonista, con esa manera de rodar de Hirokazu, hacen que sientas el constante interés por la obra sin necesidad de caer en el melodrama.

Un trabajo muy inteligente de un grandísimo director.