¿Y si los libros fueran armas para una sociedad verdaderamente libre y crítica? Otra adaptación de un clásico de la literatura universal, en este caso el Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Es el libro más famoso del autor, aunque para mí no es su mejor libro. Una distopía en la que los "bomberos" ya no son un cuerpo dedicado a apagar incendios y ayudar a la gente, sino a causarlos quemando pilas de libros que requisan y destruyen para evitar que la gente piense. Las mangueras se han cambiado por inmensos lanzallamas, la censura se ha llevado al extremo entendiendo que la literatura es el vehículo de las ideas divergentes y peligrosas y, por ello, hay que eliminarla.

No es esta una adaptación especialmente exitosa, la película de François Truffaut tuvo una recepción más bien fría e indiferente. Entre algún que otro momento incisivo e interesante, el filme se nota algo torpe y no termina de cuajar. Las piezas para una mejor película están ahí, Montag está razonablemente bien interpretado y la idea de Bradbury es lo suficientemente poderosa, pero las emociones no fluyen y las escenas se suceden de forma algo mecánica y desabrida. Aunque, eso sí, Truffaut consigue colar algún diálogo verdaderamente estimulante que demuestra el potencial de sus componentes si la cosa se hubiese hecho de otra manera.

No es una gran película, pero no está mal. Es cierto que la novela de Fahrenheit 451 también tiene un desarrollo irregular. Una potente premisa no siempre lo es todo. Aunque una distopía de estas características se siente certera en sus terroríficas implicaciones: el control del pensamiento y de la libre expresión reduciendo la información a meros estímulos frívolos y repetitivos, a nada que pueda alterar el orden establecido y la comodidad de no sentir, no hacer preguntas, no imaginar. Me voy a abrazar mis libritos.

Hoy, que si queremos ver una película con futuro distópico tenemos tropecientas posibilidades, me encantaría recomendar esta maravillosa obra maestra de la ciencia ficción que nos enfrenta como pocas al fascismo y al terrible futuro de una sociedad si libros, o lo que es lo mismo, sin cultura, sin pasado y sin libertad de pensamiento. Truffaut solo ha habido uno y cada una de sus películas es un regalo a la inteligencia y una razón, por si sola, para amar el séptimo arte. Imprescindible.