Críticas de Parranda

De la novela del gallego Eduardo Blanco Amor "A esmorga" (1959) o "La parranda", como su propio autor tradujo al castellano, se han realizado hasta la fecha dos adaptaciones al cine. La primera es la de la presente ficha, dirigida por Gonzalo Suárez en 1977 y la última, bastante más reciente, la versión del orensano Ignacio Vilar, de 2014.
Habiendo conocido en fechas próximas ésta última y acabar de ver la primera, puedo hacer una valoración conjunta, comparativa, bastante fiel de ambas. La segunda adaptación me ha parecido un producto más sólido y mejor acabado que el trabajo de Suárez por un par de razones de importancia.

Sobre todo ese personaje, Milhomes, interpretado por Antonio Durán "Morris" es verdad absoluta frente a su alter ego parrandiano que encarna Antonio Ferrandis, que aún firmando un buen trabajo, sólo puede optar al papel de intruso en oposición al que realiza el actor gallego. Y si algo define esta(s) película(s) es su carácter actoral, pues son tres amigos los que llevan todo el peso de la narración, de fuerte impronta visual y, por tanto, fílmica. Por ello y como requería la ocasión, grandes intérpretes para ambas adaptaciones. Mayor credibilidad para la versión gallega por lo comentado y por tratarse de actores, aparte de Karra Elejalde, menos famosos a nivel nacional. Aquí suma más que resta el que los personajes nos resulten algo más anónimos. Su fuerte extracción popular exige y hasta reclama que así sea.

El otro protagonista de "A esmorga", no así en "Parranda", es la lluvia. Lluvia omnipresente, sólo a veces torrencial pero siempre como sinónimo y presagio de poderes destructivos. Es la otra gran baza de la película de Vilar, una triste sorpresa su poco conocimiento público general para los valores que contiene. He leído, y me parece muy bien visto, que si "El extranjero" de Camus tiene en el Sol una fuerza mayor que empuja a la fatalidad, en la novela de Blanco Amor es la lluvia el elemento natural que arrastra a la perdición a sus intérpretes. Bueno, la lluvia tanto como otro líquido de dioses, el vino, en el que también se bañarán los infortunados protagonistas a lo largo del metraje, contribuyendo a desatar tragedias varias.

"A esmorga" ha sido la película que me ha sorprendido más gratamente de las que he visto el último año, también por lo inesperado y escasas expectativas, de las que te van gustando más a medida que las paladeas en el tiempo, que saboreas en su recuerdo. Por esto y otras razones achacables a su más acartonada, más formalista realización, "Parranda" no resiste apenas media hora frente a la fuerza narrativa de su brutal, vitalista hermana menor.