Una de las obras más oscuras y perturbadoras de Tennessee Williams en manos de una magnífica dirección de Joseph Leo Mankiewicz. Una historia intensa cuyos escasos escenarios y pocos actores delatan que procede de una obra de teatro, pero cuando tres de esos protagonistas son Katharine Hepburn, Montgomery Clift y una vibrante Elizabeth Taylor es garantía de estar pegado a la pantalla.

No se puede decir que sea seguidora de Tennesse Williams, que tan de moda estuvo en el cine de Hollywood de la época, pero la revelación del último verano me ha tenido en ascuas por el suspense y una tensión oscura.

De repente, el último verano (Suddenly, Last Summer ) es una película basada en la que es considerada una de las obras más oscuras y perturbadoras de Tennessee Williams, que escribió tanto el texto teatral como co - escribió el guion del filme, que dirige Joseph Leo Mankiewicz.
Esta, como suele pasar en las obras de Tennessee Williams, es una historia de personajes atormentados, que buscan rehacerse, si es que eso es posible, después de una caída en desgracia.
La verdad es que a mi me parece que es un filme totalmente recomendable, pues tiene un buen argumento, ya que no me cabe duda que el señor Tennesse Williams, pese a no ser uno de mis escritores de cabecera, es un gran escritor, y con este drama lo vuelve a demostrar.
En cuanto al reparto nos encontramos con una brillante Elizabeth Taylor, un bastante correcto Montgomery Clift y la gran Katharine Hepburn, los cuales están todos magníficos en sus papeles.
Lo cierto es que esta es una de esas películas que va a más y conforme se va acercando al final te va teniendo más y más pendiente por la intriga de ***contenido con spoilers***

'De repente, el último verano' es la típica obra de teatro que debería haberse quedado en eso. No soy fan de este tipo de adaptaciones teatrales cuyo único fin termina siendo servir de vehículo para una o dos grandes interpretaciones. Esta vertiente de Mankiewicz no me gusta, como ya me ocurrió con 'La Huella'.

El cine es para darle rienda suelta, no para atraparlo en captar una escena teatral tras otra con un mínimo de impulso en dirección. Al menos se atreve a experimentar en su desenlace pero ya es tarde.