Es habitual que las películas de acción comiencen con alguna secuencia impactante que atrape al espectador, pero creo que nunca había visto nada parecido a lo que hace Johnnie To en el arranque de 'Breaking News'. Casi ocho minutazos de pura virguería técnica materializados en un larguísimo plano secuencia donde absolutamente todo, desde los tiroteos hasta los diálogos, está planificado y ejecutado con una maestría increíble. La cámara atraviesa ventanas, recorre callejones y, en definitiva, nos sumerge de lleno en un violento enfrentamiento urbano que, además de saldarse con una lamentable actuación por parte de las fuerzas de seguridad, acaba provocando que todo el sistema policial de la ciudad quede en evidencia ante la opinión pública. Una situación que algunos altos cargos intentarán revertir combatiendo el fuego con fuego, es decir, orquestando otro enfrentamiento en el que la policía pueda salir victoriosa ante los medios, aunque ello implique tener que distorsionar la realidad en su propio beneficio.

To, sin necesidad de renunciar a los estándares del cine de acción hongkonés, utiliza esa premisa para plantear una mordaz crítica hacia la facilidad que cuentan los medios a la hora manipular información y, del mismo modo, hacia la impunidad con la que algunos se aprovechan de ello. Lo interesante de todo esto es que la película no se limita solo a mostrar una única cara de la moneda, sino que nos ofrece un amplio abanico de personajes —ya sea en la policía, en la televisión o incluso entre los propios criminales— en los que podemos ver reflejadas varias posiciones antagónicas, desde aquellos para los que los principios están por encima de todo hasta los que se mueven exclusivamente por interés. Sin duda, una cinta de acción diferente que, si bien es cierto que tiene un ritmo irregular y que nunca vuelve a alcanzar la genialidad de sus primeros minutos, logra brillar en su forma de retratar el enorme poder de los medios y su libertad para ocultar, tergiversar o, llegado el caso, crear noticias de la nada. Y es que, como suele decirse, el espectáculo debe continuar.