Críticas de Las cuatro plumas

¡Qué bestia Zoltan Korda! Partiendo de la nóvela el mismo título de Alfred E.W. Mason, ya adaptada al cine en el año 1929, Korda se marca un monumental y épico relato en el que consigue trasladar el mensaje claro de exaltación del coraje. Pongámonos en situación, estamos en 1939 y en Alemania florece el nacismo y corren lo que se llama "vientos de guerra", situación ideal para ir calentando los ánimos patrióticos y elevar los espíritus juveniles de los futuros héroes. Las cuatro plumas, un relato escrito en 1902, es un vehículo ideal para ello y el encargado de llevarlo a cabo es un emigrante húngaro que había formado parte del austrohúngaro en la primera guerra mundia que se maneja a la perfección en las aventuras exóticas (por ejemplo, había ganado junto con el gran Flaherty el premio al mejor director por "Elephant boy", interpretada por Sabú).
Todo en la película funciona como un tiro pese a no contar con un reparto de campanllas. Los secundarios carismáticos, el ritmo preciso, las batallas bien narradas, la utilización del humor, o la música, del también húngaro y fabuloso compositor Miklós Rózsa. Por ponerle un pero, el final me parece demasiado ligero y carece de la intensidad que presentan otras escenas ( la mejor escena en mi opinión es el descubrimiento de la primera pluma por parte de la ex prometida del protagonista, ante la inconsciencia por su ceguera del oficial salvado ), casi todas ellas protagonizadas, por cierto, por Ralph Richardson que se roba media película para él solo.
En definitiva, una delicia de película, consideraciones colonialistas al margen (y que Korda consigue que no chirríen más de la cuenta hoy en día) a reivindicar.