
Eduardo Valdarnini
Emilio
El viaje de tres parejas a bordo de un yate de lujo pasará de ser una experiencia emocionante a una terrible pesadilla.
En « Alta Mar », Alessio Liguori encierra a seis personajes en un espacio que, paradójicamente, es a la vez símbolo de lujo y de condena: un yate varado en medio del mar. Una premisa potente que resulta atractiva, porque este grupo de gente privilegiada que de repente se queda sin agua, sin comida y sin control, es obligada a enfrentarse no solo al aislamiento, sino también a sus propios secretos y miserias. La primera mitad engancha bastante. La ambientación claustrofóbica funciona muy bien: la inmensidad del mar y el encierro en un espacio reducido transmiten tensión y desesperación. Además, la idea de ver a personajes acostumbrados al confort enfrentarse a lo esencial tiene un atractivo innegable.
El problema llega con el guion. Aunque la propuesta es interesante, los giros resultan previsibles y los conflictos internos caen en clichés del thriller psicológico. Los personajes, lejos de complejos, acaban pareciendo estereotipos difíciles de empatizar, lo que resta fuerza al desenlace. Se nota que la historia tenía potencial para ser un retrato más profundo sobre poder, culpa y supervivencia, pero termina siendo más “correcta” que memorable.
Eso sí: como película para pasar el rato, cumple. Tiene ritmo, algunos momentos de tensión bien logrados y un apartado visual que aprovecha el mar y el yate al máximo.
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