Otra vez me encuentro ante un slasher que no es en realidad un slasher.

En las otras ocasiones (en Initiation y Bodies Bodies Bodies) era una cuestión de que la sinopsis vendía la historia como algo que no era, pero es que aquí, la primera escena es el clásico asesinato inicial que da pistoletazo de salida a los slasher. No es una sinopsis mala, no es una confusión por mi parte; la película se ha presentado como un slasher.

Luego la mayor parte del film no hay muertes y la parte de slasher como tal no llega hasta el desenlace, siendo más un drama con bastante suspense sobre un campamento de reconversión.

En sí esa historia funciona muy bien y podría haber dado para un gran drama, pero es que siempre estaba acechando la sombra de slasher, y no ayuda nada que Owen Whistler (papelazo de Kevin Bacon, todo hay que decirlo) se presente como tan buena gente porque era evidente que era mentira y en dicho caso estaba todo el tiempo esperando que los asesinatos los fuera a cometer él y sus empleados en cualquier momento.

Habría podido disfrutar bastante más de la historia de haber sabido que el slasher no era tan importante en la trama hasta el final, porque los personajes realmente son creíbles y llegas a sufrir por ellos, y en el caso de los empleados de campamento, llegas a sentir odio y asco por lo que hacen y por cómo son (no solo LGBTfóbos, sino bastante hipócritas). Aunque, si bien me alegra ver toda una serie de personajes LGBT cuya personalidad no se límita a ser «la persona LGBT», acabamos cayendo en tropos del terror adolescente como el deportista chulito.

Sobre el final, es extremadamente acelerado, una vez empieza la matanza, van todas las muertes una tras otra hasta llegar a la última donde se desvela al asesino, que por otro lado su identidad es completamente previsible y esta vez no por clichés del cine o porque yo vea venir estos giros de lejos, sino porque cuando presentan al personaje prácticamente gritan que será él el culpable.

El contador de muertes por supuesto acaba siendo bajo y quitando una muerte muy concreta que tiene un toque de justicia poética, resultan bastante simplonas. El asesino por otro lado, aunque con un disfraz simple, tiene una máscara que resulta intimidante y una motivación que si bien te permite estar de acuerdo con él, resulta medio fantasiosa.

En definitiva, una película que es entretenida y que sabe dejarte con mal cuerpo por lo que sufren los protagonistas en ese campamento, pero que juega con ser un slasher cuando deja eso de lado la mayor parte del tiempo.

Empiezo diciendo que si leéis que es mala y no estáis segur@s de qué hacer, efectivamente, es MUY mala.

Un ¿slasher? inexistente, asesinatos absurdos, escenas innecesarias, actuaciones pésimas y un guión que no reivindica nada.

Es una película que no consigue enganchar ni interesar en los 110 minutos de eterna duración.