Japón, una ciudad cualquiera. Una figura femenina, envuelta en cierto aire melancólico y apagado, deambula entre la oscuridad con la esperanza de que alguien ponga sus ojos sobre ella. Así comenzaba la más que interesante 'Yoru no henrin', uno de los muchos títulos a descubrir del injustamente olvidado Noboru Nakamara y un amargo descenso hacia el profundo abismo de la prostitución. El cineasta japonés, planteando casi toda la película como un flashback, nos sitúa así tras la estela de Yoshie, una joven de orígenes humildes que acaba atrapada en el lado más sórdido de la noche nipona por intentar ayudar a su novio Eiji, un yakuza de medio pelo que la embauca fingiendo ser un hombre de negocios. Una mala elección amorosa, enturbiada bajo capas de mentiras y falsas promesas, que llevará a la Yoshie del presente a recordar todas las decisiones que la arrastraron a ese vistoso infierno de luces de neón, bares de copas y música jazz que es ahora su vida.

En el sentido puramente técnico y estético, cabe destacar el genial uso que Nakamura hace tanto del sonido —manejando hábilmente los silencios y la música— como de la iluminación y el color, poniendo un especial énfasis en el papel que estos dos últimos toman a la hora de representar los muchos contrastes que ofrece la película. Así, y a través de una atractiva paleta cromática y un expresivo juego de luces y sombras, Nakamura nos acerca al día a día de una Yoshie cuya vida, inicialmente llena de sueños e ilusiones, será progresivamente destrozada por la crudeza de un mundo tan falso y superficial como el del brillo de los neones que acompañan sus noches. Un cruel escenario que, si bien puede resultar emocionalmente desolador por momentos, logra crear un hipnótico retrato sobre la faceta más oscura de la condición humana, sobre los inciertos caminos del destino y sobre cómo, en ocasiones, no somos más que meros títeres en manos de las circunstancias.

Para los fans de los neones y/o de los melodramas clásicos exquisitamente compuestos, 'THE SHAPE OF NIGHT' es una joya del clásico japonés a rescatar. Un clásico imprescindible olvidado con una actuación principal de Miyuki Kuwano sublime. Gran obra del desconocido Noboru Nakamura que me deja con ganas de seguir explorando su trabajo.

La fotografía de las escenas nocturnas es de ensueño y endulzan, de alguna manera, una historia oscura, cruel y compleja sobre una joven que, tras enamorarse de un yakuza, termina empujada a ejercer la prostitución.