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Lo que he entendido yo del final y de la serie en general:
Tsukiko arrastraba un trauma de la infancia por la muerte de su perro Maromi, pero la incapacidad de contar la verdad a su padre y el agobio ocasionado por esa situación hizo que creara una mentira (el chico del bate) para huir de la realidad. Este mecanismo de defensa fue involuntario, posiblemente un caso de esquizofrenia paranoide. Años más tarde, cuando vuelve a sentir un gran agobio en su vida, recurre de nuevo a la misma mentira del agresor del bate, ocasionando esta vez que el hecho sea conocido por todo el mundo y haciendo que muchos usen la misma mentira para autoengañarse (una especie de paranoia colectiva). Así, por ejemplo, el periodista se inventa la agresión para tener una noticia, el chico que quería ser delegado se la inventa para librarse de las falsas acusaciones, el otro estudiante y el policía corrupto son atacados por el imitador, quien a su vez se inventó toda una fantasía para huir de su depresión (era miembro del grupo de suicidas). El caos final en la ciudad me parece la representación de una sociedad que se desmorona ante la incapacidad de los individuos de afrontar la realidad, prefiriendo abstraerse de ella huyendo hacia autoengaños. Los dos polos de esa realidad se ven reflejados en los dos detectives: el más viejo asume la vida tal y como es, con sus cosas malas y buenas, mientras que el más joven acaba convertido en el viejo paranoico que sigue hablando del chico del bate y de otras locuras al haber perdido su trabajo y seguir necesitando esa mentira para tener una razón de ser.
Brillante final que proporciona la clave vital para encajar todas las piezas del rompecabezas que se venían insinuando y es que Tsukiko, víctima de un terrible estado de culpa, acude a una fantasía para evadirse de la realidad. Con lo que no contaba es con que el chico del bate se convertiría en el "comodín del público", la escapatoria de muchas otras personas incapaces de afrontar sus problemas de identidad, sus problemas en el ámbito de las relaciones sociales o sus problemas en su vida en general. Todo esto nos deja una sensación de espanto a la hora de comprobar qué tan podrido está el mundo para caer en el embrujo de un psicópata en lugar de intentar recuperarse a sí mismos. Lo dice el policía en un determinado momento: "todo esto por un condenado saco de pulgas, este mundo es una estupidez".
Casi como si este mundo, la realidad y nuestra percepción fuese una mala broma del destino y los sueños o la fantasía se erigen como el único lugar posible en el que vivir.
Tsukiko arrastraba un trauma de la infancia por la muerte de su perro Maromi, pero la incapacidad de contar la verdad a su padre y el agobio ocasionado por esa situación hizo que creara una mentira (el chico del bate) para huir de la realidad. Este mecanismo de defensa fue involuntario, posiblemente un caso de esquizofrenia paranoide. Años más tarde, cuando vuelve a sentir un gran agobio en su vida, recurre de nuevo a la misma mentira del agresor del bate, ocasionando esta vez que el hecho sea conocido por todo el mundo y haciendo que muchos usen la misma mentira para autoengañarse (una especie de paranoia colectiva). Así, por ejemplo, el periodista se inventa la agresión para tener una noticia, el chico que quería ser delegado se la inventa para librarse de las falsas acusaciones, el otro estudiante y el policía corrupto son atacados por el imitador, quien a su vez se inventó toda una fantasía para huir de su depresión (era miembro del grupo de suicidas). El caos final en la ciudad me parece la representación de una sociedad que se desmorona ante la incapacidad de los individuos de afrontar la realidad, prefiriendo abstraerse de ella huyendo hacia autoengaños. Los dos polos de esa realidad se ven reflejados en los dos detectives: el más viejo asume la vida tal y como es, con sus cosas malas y buenas, mientras que el más joven acaba convertido en el viejo paranoico que sigue hablando del chico del bate y de otras locuras al haber perdido su trabajo y seguir necesitando esa mentira para tener una razón de ser.
Casi como si este mundo, la realidad y nuestra percepción fuese una mala broma del destino y los sueños o la fantasía se erigen como el único lugar posible en el que vivir.
Muy buena explicación. Más claro no podía quedar