Crítica de Hora de aventuras por MartaPD

Colorista, divertida, a veces surrealista, con un worldbuilding increíblemente más complejo de lo que parece y multitud de personajes locos y entrañables. Seguramente mi opinión viene muy marcada por el paso de los años y el cariño pero si te gustan las series de dibujitos Hora de Aventuras es una de las series más míticas del último gran bloque de animación de Cartoon Network (el que tiene también de representantes a otras como Steven Universe) caracterizadas por las ideas novedosas y por un estilo de animación diferente y colorido.

Hora de Aventuras madura como el buen vino: de una primera temporada un poco más experimental sobre un chaval llamado Finn y su compañero Jake que corren aventuras heroicas y un poco raras salvando a princesas en un mundo mágico con tramas mucho más episódicas, a un desarrollo cada vez más complejo donde se nos da a conocer el trasfondo de los personajes y su historia, el origen del mundo de Ooo, la madurez que llega con los años y tramas verdaderamente trágicas y complicadas... Es un viaje bastante largo pero que sin duda merece la pena a medida que el lore de la serie se va expandiendo y van ligando cosas aquí y allá. Todo intercalado con muchas otras que no tienen sentido ni quieren tenerlo, muchísima locura con capítulos a veces directamente alucinógenos, canciones y también montones de ternura.

Empecé a verla en castellano (con un doblaje que es una pasada de bueno, hay que decirlo) y terminé de verla en inglés porque las últimas aún no estaban dobladas y tardaban en llegar. De cualquier manera muchas expresiones y escenas adquieren el carácter de meme para cualquiera que las vea. No me interesa mucho que no todo lo expliquen porque no es ese su propósito, esta es una serie divertida, loca, unas veces cuqui y otras veces más macarra, que explica más que suficiente para dar un final redondo tanto a niños como a adultos, con muchísimos secundarios que reaparecen constantemente y a los que vas a coger enorme cariño, todo entre lo absurdo y lo bonito.

El final es en mi opinión perfecto, ( gracias por hacer indiscutiblemente canon Bubbline, lo merecíamos ), lleno de lecciones vitales y emocionante. Lloré muchísimo. Un trocito de mi corazón se quedó para siempre en Ooo cantando canciones con Marceline o jugando a videojuegos con BMO. Qué gozada seguir siendo niña para siempre aunque sea solo por un ratito.