No esperaba demasiado de esta serie cuando la comencé, pero ahora me alegro de poder decir que 'Karakai Jouzu no Takagi-san' es uno de los animes más tiernos y adorables que he tenido la suerte de ver. Y digo que no esperaba mucho de ella porque la historia, centrada en una estudiante de secundaria —Takagi— que no para de gastarle bromas a su vecino de pupitre —Nishikata—, no me parecía que pudiera dar demasiado de sí, pero lo cierto es que con el paso de los capítulos me resultó imposible no caer rendido ante el encanto de sus personajes, ante la cotidianidad de sus interacciones y, especialmente, ante la calidez del vínculo que irá surgiendo entre ellos. Y es que, aunque es verdad que la serie peca de ser algo repetitiva en ciertos aspectos, lo acaba compensando de sobra gracias a su encantador retrato del amor adolescente y de todo lo que ello conlleva, ya sea la confusión de experimentar los primeros sentimientos de carácter romántico o la vergüenza —y la odisea— que puede suponer algo tan inocente como tomar de la mano a la persona que te gusta.

Toda esa radiografía sobre el amor juvenil toma una nueva perspectiva al tener lugar en una sociedad como la japonesa, mucho más dada a las sutilezas y a indescifrables protocolos sociales que a decir las cosas a la cara. La posibilidad de confesar sus sentimientos de manera directa es impensable para Nishikata (y para casi cualquier personaje de anime realmente); lo cual, sumado a las dudas propias de la edad y al carácter bromista de Takagi (que es una troll de cuidado la tía), será el desencadenante de toda la sucesión de escenas divertidas y entrañables que dan forma a la serie. Bien es cierto que el hecho de que casi toda la trama se centre en los juegos entre los protagonistas hace que no sea un anime para todo el mundo, pero los que conecten con los personajes y sus tontunas diarias encontrarán en 'Karakai Jouzu no Takagi-san' no solo un maravilloso reflejo de toda la pureza, la inocencia y la magia del primer amor, sino también una de esas series capaces de purificar el alma y calentar el corazón.