Cuando salió en emisión ‘Las chicas del cable’ me declaré fan absoluta a pesar de los múltiples y flagrantes anacronismos que pululaban ya en su primera temporada (errores históricos imperdonables, poca fidelidad, música actual para retratar una ambientación de los años 20, etc.). Si bien es cierto que mi opinión ha variado mucho desde el principio hasta el final, considero que estamos ante una producción salvable, en gran medida por el mensaje que se transmite. La lucha de la mujer a lo largo de la historia, la transexualidad, la homosexualidad, la libertad y la supervivencia son los mejores puntos a desarrollar por las protagonistas. Lidia, Ángeles, Carlota, Marga y Sara, cinco mujeres determinadas a cambiar su destino trabajando en la Compañía del Cable. Determinadas a cambiar el mundo que las rodea si es necesario con tal de seguir adelante. El problema viene con el innecesario estiramiento de tramas que no daban más de sí, convirtiendo una serie vanguardista en un telefilm con tintes de culebrón de cuarta. Creo que es importante que nos quedemos con el mensaje de que, si existe algo que no te guste de tu vida, tienes la libre disposición para cambiarlo y es tu derecho hacerlo, así como luchar contra las injusticias debería ser el leitmotiv universal de la humanidad. Me produce lástima este final y este último recorrido porque si la serie finalizase tras su segunda o inclusive tercera temporada, seguramente ahora os estaría describiendo un producto totalmente diferente. Pero así es la vida.

Aunque no es el tipo de serie que me gusta a mí, sí puedo decir que era una serie necesaria. Fue la primera serie que Netflix produjo en España, y eso hay que reconocérselo también. Aunque con una primera temporada que resultó innovadora, luego se fue diluyendo como un azucarillo, como un tobogán cuesta abajo para convertirse en una drama de telenovela. Había temporadas en las que lograba remontar un poco el vuelo pero volvía a caer en esos errores. Mi madre siempre me contó la historia de mi abuela, una mujer que sufrió la Guerra y que tuvo que vivir de esas miserias hasta que al final fue rescatada por sus tíos. Una pérdida que sufrió por culpa de una guerra en la que su madre tuvo que luchar para que no le faltara de nada. Cuando veía la serie, me parecía haber estado viendo a mi abuela (siempre salvando las distancias de lo que fue la Guerra Civil con lo que se muestra aquí en la serie).

Las historias que se muestran podemos decir que son hipérboles, que se han exagerado, pero ¿cuántas mujeres han sido silenciadas en la historia? Sobre todo en un país en el que un régimen se dedicó a eliminar, destruir todo lo que iba en contra de su ideología. Unas protagonistas que lo único que necesitan en la vida es ser libres, ser ellas mismas y no tener que depender de nadie. Lidia, Carlota, Marga, Ángeles y Sara nos muestran una serie de luchas, evoluciones y reivindicaciones en las que desde el primer momento salen perdiendo hasta que van descubriéndose a ellas mismas y aceptándose tal y como son, con la ayuda de los demás reivindicando esos mismos derechos.

Aunque es una serie necesaria y creo que no está de más echarle un ojo sobre ciertos temas de los que se habla, cae en el error de explicar el pasado con las ideas del presente, una protagonista que, aunque sus pensamientos son interesantes, cae en contradicción con esos mismos pensamientos, y una música en su Banda Sonora que se aleja y te hace ser distante con el clima de la serie (al menos para mí). A favor tiene el hecho de que te engancha después de acabar un episodio y te hace querer ver más de estas historias y un reparto en el que destacan grandes actores y una siempre histórica Concha Velasco comiéndose la pantalla como actriz a sus 80.

Aunque ha sido un digno final de serie para el mensaje que deja, yo hubiera dejado terminada la serie después de la temporada 3 en la que todo parecía haber quedado bien. También es verdad que tiene giros de guión que analizándolos te parece un poco absurdo pero es lo que hacía permanecer enganchado a la serie esperando las siguientes temporadas.

Como bien dije al principio, vi esta serie por mi abuela, porque fue una luchadora de los años posteriores de la Guerra y me decía a mí ya mayor que "las mujeres necesitan de historias de coraje y de valores para que se reconozca su trabajo y se haga honor a su memoria". Yo como nieto tuyo solo puedo decirte GRACIAS por todos los valores que has enseñado a tu familia y que seguimos luchando por defender esos que tú siempre quisiste para una sociedad justa. Que estas historias nunca caigan en el olvido. Siempre Memoria y Justicia.

La serie empieza bien y parece que promete, una vez pasamos por alto los anacronismos de interpretar el pasado con los valores del presente. Tras la segunda temporada, todo toma perfil de tobogán, cuesta abajo y sin freno, llegando a tramas imposibles, situaciones inverosímiles, absurdos en mayúsculas, drama innecesario en modo y formas y plot twist sacados de la manga propios de un culebrón de los baratos.

La banda sonora es completamente anticlimática, querer marcarse un Peaky Blinders con BSO moderna para un drama de época y quedar como si hubieran usado para la banda sonora el hilo musical del dentista. Una cosa es plantar música moderna de fondo y otra hacer que los personajes la bailen en un cabaret de 1927.

Las interpretaciones son muy desiguales, desde buenos intérpretes hasta simples pibones perpetradoes de susurritos. Abuso de la voz en off, y lo que es peor, esa voz en off defiende una cosa y la contraria, a veces hasta en el mismo capítulo, pretendiendo parecer reflexiones profundas lo que es un batiburrillo de perogrulladas, frases lapidarias de galletes de la fortuna y profundas reflexiones intensitas.

La ambientación es decente, aunque usen edificios y vestuario que no se corresponden a la época... por lo visto todo lo bastante antiguo puede colar como datado en los años 20 y 30. Los guionistas deben tener como trece años y no aprobarían historia ni pudiendo consultar durante el examen. Un montón de temas actuales metidos con calzador por mor del buenismo político del todo inverosímiles en su tratamiento. relaciones amorosas poliédricas que no se desarrollan ni en extensión ni en profundidad y una protagonista que en ese sentido, más que bipolar parece trifásica... eso sí, muy empoderada.

A pesar de todo, o tal vez precisamente por eso, es adictiva, pero calidad, lo que se dice calidad... pues no.