Maravilloso debut de Boots Riley como director con una apuesta arriesgada y original llena de personalidad y buenas ideas. El film muestra una realidad distópica en la que nuestra sociedad actual puede verse reflejada con mucha facilidad y se dedica a destrozarla durante una hora y media, no dejando títere con cabeza. Ambiciosa y divertida a pesar de sus fallos lógicos por ser una ópera prima, es un arranque prometedor para una carrera que puede regalarnos más de una joya.

El principio de mi trilogía favorita de la historia del cine (aunque ESDLA pueda discutir esta posición) y una de mis películas predilectas. Es la gran culpable, en mi opinión, de la concepción que tenemos de los viajes en el tiempo en la ficción cinematográfica actual y gran cantidad de films que han jugado con estas reglas a partir de Regreso al Futuro basan sus tropos en ella.

Personalmente (y creo que es uno de sus mayores méritos) fue la obra que me hizo interesarme por la ciencia ficción y podría decir que es una excelente primera toma de contacto con el género, desde luego ayuda a democratizar los temas de los que tratan las películas de su género y a generar interés en ellos, y lo hace con uniendo maestría y simpleza magistralmente.

Si alguien aún no la ha visto y se está planteando si darle una oportunidad o no, haceos un favor y entrad ya en el Delorean, os espera una aventura maravillosa.

La vi anoche de rebote buscando algo agradable y sencillito para coger el sueño y me pareció una comedia muy distendida y disfrutable. Acabé viéndola hasta que se acabó y me fui con una sonrisa a la cama.

Hay ninjas, un señor que se convierte en dinosaurio, romance, recuerdos de Vietnam, intrigas familiares, escenas de acción increíbles y bosques de China rodados en Wisconsin. Recomendable ver bebiendo cerveza, mucha.

"El Faro" no es una película, es un agujero negro.

Su primera imagen, con el faro acercándose entre la penumbra y el barco cortando las olas del mar, remueve ya las entrañas, pero es el sonido, el "primer sonido", lo que realmente resulta perturbador y atrayente. La banda sonora agobia, desquicia, ensordece. Enmarca y aísla los momentos de calma y acentúa y tensa todavía más las escenas más delirantes, recordando a los tratamientos de sonido de las grandes experiencias cinematográficas del género.

La imagen, encuadrada en 1.19:1 para transmitir la ansiedad que genera el encierro en la isla del faro, se asemeja más a una serie de cuadros puestos uno detrás del otro que nos invitan a reflexionar, que nos atrapan y nos engullen para hacernos cómplices de la miseria de los protagonistas, interpretados con una maestría tremenda en un potente duelo interpretativo entre Pattison y Dafoe.

"El Faro" nos atrapa, nos muestra lo más oscuro del ser humano, nos destroza y cuando ya ha terminado nos deja en la nada, pero merece la pena cada segundo del viaje.

Las excelsas actuaciones de Russel Crowe (para mi, la mejor de su carrera) y Joaquín Phoenix ni siquiera son lo más destacado de esta película, y es que lo más destacado de la película es TODA LA PELÍCULA. La ambientación, a pesar de ser una abstracción no completamente fidedigna de la época, es creíble, atrayente e impresionante. El guión, dentro de su simpleza, toca todos los puntos que necesita tocar para que la historia no pierda interés en ningún momento y pueda seguirse sin problema, y a la vez consigue imbuir ciertos aspectos de la trama en una profundidad que es enriquecedora.

Mención aparte merecen, por supuesto los icónicos diálogos que todos hemos recitado alguna vez y las maravillosas escenas de acción que, a pesar de tener una buena dosis de sangre y violencia explícita, son de una sobriedad y una elegancia tremendas, y la banda sonora pasa de ser un acompañamiento y una añadidura al ambiente fílmico a un personaje más en varias ocasiones.

Es, sin duda, la suma de todos estos elementos lo que hacen de Gladiator una película imperdible. Cuando una producción está tratada con tanto mimo y todos sus elementos reman en la misma dirección de forma tan clara, este es el resultado que tenemos. Gladiator es una película con alma, es emoción y sentimiento puro, y, para mi, es una de las mejores de la hostia.

Me parece prodigiosa como película enfocada a ser una experiencia cinematográfica. Si nos fijamos en el guión, no es nada del otro mundo, pero una película es más que un buen guión y se pueden explorar otras muchas cosas. De Avatar recuerdo haberla ido a ver tres veces al cine (en 3D, por supuesto), y en cada una de estas ocasiones encontraba detalles nuevos en la pantalla que me hacía darme cuenta del cariño que le pusieron a la creación de Pandora, y ese es el gran valor que tiene la película para pasar a la historia como algo más que cine que expermientó con el 3D; como un ejemplo de creación de mundo narrativo.

Recuerdo pensar en su momento que el 3D era la evolución lógica del cine y que a partir de Avatar las experiencias de este estilo se multiplicarían y serían cada vez de mayor calidad y... bueno... el otro día vi una peli en mi smartphone gracias a Netflix. Supongo que me equivocaba. Sin embargo, pienso de verdad que la tecnología del 3D es una baza importante del cine mainstream para tratar de aportar algo distinto y apostar por la integración más directa en lo que está sucediendo en la pantalla, y la promesa de James Cameron de hacer de Avatar 2 (y posteriores) aún más espectacular me genera un renovado interés en lo que pueda hacerse con el 3D.

Taika Waititi no ha sido ni mucho menos uno de mis directores predilectos. El único film que he visto suyo ha sido Thor Ragnarok y digamos que... no salí muy contento de cómo se desarrolló. En aquella historia, sin embargo, había una motivación muy clara detrás de convertir al dios del trueno en una máquina expendedora de chistes; humanizar al personaje y aproximar una trama oscura al espectador desde la comedia con la voluntad de no quemarlo ni hacer que el film se tome a sí mismo tan en serio que no permita entrar a todo el mundo. Este enfoque, que considero que en Thor estaba en pañales, (aunque desconozco si Taika ya lo usaba en sus anteriores producciones, agradecería mucho un poco de feedback al respecto) es la filosofía que se desprende de forma orgánica y más madurada, en Jojo Rabbit.

Jojo Rabbit abraza la inocencia (trágicamente sesgada y dada la vuelta por intereses ideológicos) de un niño pequeño, que contempla la vida con un filtro impuesto por una forma de vivir concreta que le impide plantearse las cosas más allá de lo que ve a través de sus prejuicios. El film nos presenta la realidad desde la distorsionada mente de Johannes, un niño alemán de diez años que tiene la desgracia de crecer envuelto de la ideología nazi hasta acabar abrazándola. Es en esta realidad cuando sus propios juicios morales, adquiridos mediante ósmosis de su entorno y no deducidos de forma lógica, se encarnan en la figura de un Adolf Hitler producto de su imaginación, quien le aconseja cómo proceder de forma tan tremendamente contrapuesta entre su infantilidad casi pura y su mentalidad política totalitaria.

Solo es al avanzar en el film, entre risas y apariciones estelares del magnífico Yorky, cuando podemos apreciar que el mensaje de la película va más allá de, precisamente, estas risas y de la imagen de un Hitler infantilizado para provocar las risas culposas en la sala de cine. Es al entrar en la película cuando podemos ver, entre medias, cómo el entorno en el que vive Jojo se hace cada vez más insostenible, más opresivo y menos justo, conforme la mente del niño se va abriendo paralelamente a sus ojos para descubrir que el mundo en el que vive no es una utopía nazi y los ideales de esa sociedad no son los que merece la pena seguir. El mundo se derrumba delante de él cuando su personalidad se va formando, va cambiando y va entendiendo lo que le rodea.

La obra es, a mi parecer, una bonita reflexión sobre la libertad, la formación de la propia personalidad y los códigos morales, aderezada, por supuesto, por una cantidad ingente de gags visuales, cosas nazis y "Sieg Heils". Una combinación tan extraña no podía más que funcionar... ¿No?

Teatro del cine. Cruda, cruel y tremendamente realista. No se toman bandos, no se establecen favoritos ni hay situaciones forzadas por el guión. La obra muestra de forma maravillosa las distintas fases del duelo, desde la negación de la realidad hasta desembocar en una maravillosa escena de pura tensión e ira para acabar llegando a la coexistencia pacífica. No hay final feliz, no hay expectativas de reconciliación y no hay milagros, solo hay corazones rotos, acciones en consecuencia y promesas de reconstrucción personal. Muy recomendada.