Crítica de Walkabout por Migatoyyo

Vaya, chic@s, parece que no os ha gustado mucho.... absurda, documental, escenas que no vienen a cuento... bueno, bueno, bueno. Pues a mi si me gustó, sin querer ir de listo ni de pureta, me ha parecido una estupenda película que agradezco a la "gran palomitaca salada" haberme descubierto. Pero decir que me gusta o no, sin argumentar no será propio del gato que les escribe.
Pongámonos en situación, porque cada obra es deudora de la época a la que pertenece y ésta no lo es menos. Si citamos tres conceptos que asociar a la década de los 70, raro será que uno de ellos no sea el "hippismo", movimiento sociocultural que, entre sus premisas, el alejamiento de las complejidades de la sociedad industrial, el acercamiento a la naturaleza, el amor libre y algunas otras cosas, niños, que mejor no probar. El cine recogió, de forma más o menos directa, esta contra-cultura a través de un puñado de películas (desde Easy rider a Hair entre las más evidentes) entre las que el apartado naturalista (no por transcurrir en la naturaleza sino por su contenido simbólico) dio muchas alegrías.
En esa corriente naturalista los australianos fueron muy activos con Peter Weir a la cabeza ("La última ola" o "Picnic en Handing Rock" son dos buenos ejemplos) y Walkabout no se queda atrás.
Roeg contrapone dos visiones de la vida tomando claro partido por una de ellas. Por un lado la simetría obsesiva de la civilización citadina con individuos mecanizados alienados y donde la violencia (impresionante la narración sobre "los hortelanos" que se locute en la radio al inicio de la película y por otro la entropía de la naturaleza donde cada ser se adapta al medio en aras de su supervivencia y la violencia es natural y no frivolizada; la lucha de esos dos conceptos vitales marca el devenir de todo el filme.
Dos individuos de la "sociedad civilizada" tras sufrir la violencia absurda de su habitat se ven abocados a sobrevivir en el otro mundo, la naturaleza salvaje, donde la violencia no es menor, pero si más lógica. A duras penas logran hacerlo, marcados por su propio desconocimiento de lo más básico en ese entorno, hasta que encuentran a un aborigen que cambia el modo en el que mirar a su alrededor.
La muerte es uno de los elementos que está presente en todo el filme, la muerte absurda y vaciada de necesidad de la civilización frente a la muerte necesaria de la naturaleza. Roeg no quita agresividad ni violencia a ninguna de las dos, no pretende decirnos que haya una muerte bella, pero nos da los medios para que podamos juzgar por nosotros mismos.
El otro elemento fundamental es el sexo; la tensión sexual está presente desde el principio en la relación entre la chica y el aborigen desde el primer encuentro. El despertar sexual es un elemento fundamental en el tránsito vital que nos saca de la niñez. Roeg lo aborda con sencillez, muestra la desnudez y el deseo implícito. En su afán de contraponer los dos esquemas vitales, ahí aparece la escena que os ha parecido más absurda a todos, la de los meteorólogos. A mi modo de ver, simplemente es el contrapunto de lo que está ocurriendo entre la chica y el aborigen; mientras ellos cada vez asumen mas sus cuerpos y disfrutan de su desnudez sin doblez ni morbo, los hombres que rodean a la meteoróloga andan con la líbido alterada por el asome de un liguero o por el tirante de un sujetador que finalmente les es arrebatado. Nuevamente la contraposición de dos modelos para que juzguemos por nosotros mismos.
El poso final, con su naturaleza cíclica, es desazonador: Roeg parece decir que la convivencia de los dos mundos es imposible y que el individuo es esclavo de su naturaleza, pese a que pueda ser consciente del valor de lo perdido.
A los que no la habéis visto os diría que la vierais con la mente abierta y a los que ya la habéis visto que penséis en su simbolismo.
Marzo 2021