Redactada: 2020-06-24
Martin Scorsese vuelve a escoger a Leonardo DiCaprio para 'Shutter Island', una inquietante película basada en la novela escrita por Dennis Lehane.

Martin Scorsese intenta hacer con 'Shutter Island' una obra maestra de la intriga y el misterio, intentando alcanza a Alfred Hitchcock con una película contemporánea, y personalmente creo que lo logra. La adaptación del guionista Laeta Kalogridis es increíble. No voy a entrar en la trama porque no quiero extenderme, pero es obvio que el espectador entra junto con el protagonista, Teddy Daniels, en el hospital psiquiátrico Ashecliffe, y junto a él, intenta deshacer la maraña, resolver el enigmático y siniestro juego, y encajar la piezas, pero no pueden, porque realmente no saben cual es la imagen del puzzle a resolver. El ritmo es muy bueno, el montaje brillante, el desarrollo de la historia es tramposo, y engaña varias veces al espectador confundiendole, convirtiendo la película en algo asfixiante, una pesadilla que te atrapa en una isla de la que no puedes escapar, hasta que llega el final y la imagen del puzzle completado se revela, y te deja sorprendido y reflexivo.

Leonardo Di Caprio, mi actor favorito de adolescente, después ya no tanto, y después de 'Inception' y con esta película me vuelve a ganar, haciendo una papel sublime. Interpreta magníficamente a un personaje con muchísimo trasfondo, un pesado pasado, cuya personalidad cambia radicalmente durante su arco dramático, y que pasa por escenas dramáticas, intrigantes y angustiosas. Ben Kingsley también hace un gran trabajo interpretando al Dr. John Cawley, que llega a transmitir ese halo de inquietante y misterioso que confunde y da inseguridad sobre las intenciones del personaje. Mark Ruffalo hace una interpretación a la altura.

En cuanto a la parte técnica, los efectos sonoros y visuales, el clima, la fotografía, las escenas, todo es genial. Me han encantado su fotografía de Robert Richardson, oscura y sucia en muchas ocasiones, evocando un estilo a obras clásicas del cine negro. Los momentos oníricos del film son pura poesía cinematográfica. Puro desasosiego y arte visual. Recursos delicados pero contundentes, sin estridencias. Scorsese nos mete en sus pesadillas de un modo que impacta.

La banda sonora es simplemente asombrosa. En esta ocasión Scorsese ha escogido la colaboración del supervisor musical Robbie Robertson, que además de su propia composición aporta una cuidadosa selección de temas preexistentes. El resultado es extremadamente brillante, pues en todo momento persigue una comunión entre imagen y música tan absoluta que por momentos llega a parecer que algunos temas han sido compuestos expresamente para la película cuando obviamente no es así. Esto produce dos efectos contrarios, pues si por una parte la música se ajusta a las imágenes como una mano a un guante, por otro lado la función de la banda sonora no puede ser comprendida en su totalidad fuera de los fotogramas a los que acompaña.

Obviamente totalmente recomendable.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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