Redactada: 2024-10-20
¿Cómo imaginar la siniestra boca abierta de la máscara de Ghostface sin que el nombre de Wes Craven nos venga inmediatamente a la mente? Pocas veces un maestro del terror ha permanecido tanto al timón de la saga que él mismo inició, y su triste muerte parecía haber detenido definitivamente "Scream", por no hablar de la ausencia del guionista Kevin Willlamson, sin la cual la franquicia sencillamente no existiría.
Además, después de haber sido un modelo de sátira del slasher (a la vez que uno de sus mejores representantes), de sus secuelas, del concepto de trilogía y, con su cuarta entrega, de la hornada de remakes de los grandes títulos de terror de los años 2000-2010, la propia saga parecía haber llegado al final de su mirada crítica (y autocrítica) a la falta de imaginación de Hollywood con respecto al género del que formaba parte.
Así que cuando se anunció que se produciría un quinto opus en ausencia de las mentes maestras originales (Williamson es sólo productor), sustituidas en concreto por el dúo de directores Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett, hay que decir que las sospechas empezaron a acumularse: "¿Iba a tener 'Scream' una secuela de más, convirtiéndose ella misma en objeto de ridículo a la manera de 'Puñalada', su franquicia ficticia y paródica, máxime cuando su serie de televisión derivada ya había concluido con una tercera temporada particularmente pésima, demostrando que unas manos equivocadas eran aparentemente incapaces de igualar ni un dedo del pie el espíritu de una buena 'Scream' del tándem Craven/Williamson?".
Obviamente, la simple idea de reencontrarnos con el histórico trío de supervivientes interpretado por las soberbias e icónicas Neve Campbell, Courteney Cox (cuyo rostro congelado a veces empezamos a confundir con el de Ghostface, preocupantemente...) y David Arquette, sumado a nuestro amor desmesurado por la saga, nos llevó inevitablemente a dejar a un lado estos prejuicios y darle una oportunidad a esta quinta entrega, sobriamente titulada "Scream".
Y vaya si acertamos, ya que los creadores de la simpática pero demasiado irregular "Noche de Bodas" han dado un giro de 180 grados, haciendo honor al título de "Scream" e incluso superando a la anterior entrega en varios aspectos.
Tontamente pensábamos que "Scream" había llegado al límite de su discurso satírico, ¡pero no! Desde la última entrega, la evolución del género de terror/susto, entre películas de autor con temáticas más exigentes y secuelas de franquicias que buscan actualizarse desde su primer opus, proporciona un sabroso caldo de cultivo para este nuevo largometraje que, aunque reutiliza conscientemente el material de partida de la película original, logra la proeza de combinar una sabrosa crítica del concepto contemporáneo de "secuela heredada", el espectáculo de una película slasher violenta y bien pensada y un paso de la antorcha entre las viejas y las nuevas generaciones que resulta quizá más convincente que el intentado por su predecesora sobre las raíces "Woodsboro" de la saga.
Lejos del olvidable delirio de "Scream 4", la simplicidad de la secuencia inicial por sí sola ancla instantáneamente la mirada traviesa de esta secuela en su propio estatus donde, ya, las buenas palabras sobre la vertiente autoral del cine de terror actual compiten con una moderna reapropiación de la introducción de culto de la primera película, plenamente justificada aquí por el hecho de que se convierte realmente en el detonante sobre el que la trama irá hilvanando las motivaciones de sus viejos y nuevos personajes en los asesinos acontecimientos venideros. Como es habitual, plenamente conscientes del nuevo formato de secuela en el que están atrapados y sobre cuyas reglas específicas discuten para nuestro mayor deleite, los jóvenes protagonistas evolucionarán junto a los más experimentados en un 'Scream' que recurre constantemente a sus cimientos mediante localizaciones emblemáticas o nombres conocidos para subrayar esta noción de herencia, y los burdos trucos para deleitarse con ellos con humor, desviándolos y, en última instancia, buscando renovarlos en beneficio de una trama original. Por supuesto, no todo es perfecto, el esquema general "screamesco" queda de hecho congelado por su desarrollo en actos inevitables, los nuevos jóvenes héroes distan mucho de ser todos igual de memorables y algunos trucos diseñados para divertir nuestras expectativas en términos de sobresaltos apenas funcionan pero, como tal, "Scream" consigue establecerse como un buen slasher, liderado por un Ghostface implacable en la violencia de sus asesinatos (quizás el "Scream" más demostrativo en este sentido hasta la fecha), en el que las sorpresas se mantienen con inteligencia (hasta la última parte, y aunque haya algunas sospechas, la película consigue dejarnos con la duda sobre la identidad del culpable o culpables) y que, por fin, es menos tímido a la hora de tocar elementos esenciales de su mitología.
Mejor aún, la película consigue mantener un equilibrio mucho más eficaz entre seriedad y humor que "Scream 4" (que a veces exageraba las líneas desenfadadas, incluso ridículas, para restar seriedad a sus enfrentamientos) y, al mismo tiempo, utiliza con moderación las figuras de Sydney, Gale y Dewey, (El acertado acto final, con sus múltiples giros, es la mejor prueba de ello, ya que todos tienen su momento para brillar, ya sea delante o detrás del cuchillo).
Enseguida te das cuenta de que si, dentro de diez años, Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett volvieran con una película slasher tan violenta y bien ejecutada como ésta, para reírse de los improbables nuevos conceptos que nos depara el cine de género y algunas de sus franquicias más rentables, todas ellas con el talento suficiente para ganarse nuestra admiración cómplice como lo han hecho aquí, asistiríamos inevitablemente a esta cita, como si Wes Craven y Kevin Willlamson nos la estuvieran dando ellos mismos. Esto es, sin duda, una buena señal de que la sucesión es digna y lograda. Además de ser un homenaje en toda regla, este "Scream" termina con un conmovedor "Para Wes", él lo habría apreciado, incluso más de lo que nos habríamos atrevido a imaginar.
Además, después de haber sido un modelo de sátira del slasher (a la vez que uno de sus mejores representantes), de sus secuelas, del concepto de trilogía y, con su cuarta entrega, de la hornada de remakes de los grandes títulos de terror de los años 2000-2010, la propia saga parecía haber llegado al final de su mirada crítica (y autocrítica) a la falta de imaginación de Hollywood con respecto al género del que formaba parte.
Así que cuando se anunció que se produciría un quinto opus en ausencia de las mentes maestras originales (Williamson es sólo productor), sustituidas en concreto por el dúo de directores Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett, hay que decir que las sospechas empezaron a acumularse: "¿Iba a tener 'Scream' una secuela de más, convirtiéndose ella misma en objeto de ridículo a la manera de 'Puñalada', su franquicia ficticia y paródica, máxime cuando su serie de televisión derivada ya había concluido con una tercera temporada particularmente pésima, demostrando que unas manos equivocadas eran aparentemente incapaces de igualar ni un dedo del pie el espíritu de una buena 'Scream' del tándem Craven/Williamson?".
Obviamente, la simple idea de reencontrarnos con el histórico trío de supervivientes interpretado por las soberbias e icónicas Neve Campbell, Courteney Cox (cuyo rostro congelado a veces empezamos a confundir con el de Ghostface, preocupantemente...) y David Arquette, sumado a nuestro amor desmesurado por la saga, nos llevó inevitablemente a dejar a un lado estos prejuicios y darle una oportunidad a esta quinta entrega, sobriamente titulada "Scream".
Y vaya si acertamos, ya que los creadores de la simpática pero demasiado irregular "Noche de Bodas" han dado un giro de 180 grados, haciendo honor al título de "Scream" e incluso superando a la anterior entrega en varios aspectos.
Tontamente pensábamos que "Scream" había llegado al límite de su discurso satírico, ¡pero no! Desde la última entrega, la evolución del género de terror/susto, entre películas de autor con temáticas más exigentes y secuelas de franquicias que buscan actualizarse desde su primer opus, proporciona un sabroso caldo de cultivo para este nuevo largometraje que, aunque reutiliza conscientemente el material de partida de la película original, logra la proeza de combinar una sabrosa crítica del concepto contemporáneo de "secuela heredada", el espectáculo de una película slasher violenta y bien pensada y un paso de la antorcha entre las viejas y las nuevas generaciones que resulta quizá más convincente que el intentado por su predecesora sobre las raíces "Woodsboro" de la saga.
Lejos del olvidable delirio de "Scream 4", la simplicidad de la secuencia inicial por sí sola ancla instantáneamente la mirada traviesa de esta secuela en su propio estatus donde, ya, las buenas palabras sobre la vertiente autoral del cine de terror actual compiten con una moderna reapropiación de la introducción de culto de la primera película, plenamente justificada aquí por el hecho de que se convierte realmente en el detonante sobre el que la trama irá hilvanando las motivaciones de sus viejos y nuevos personajes en los asesinos acontecimientos venideros. Como es habitual, plenamente conscientes del nuevo formato de secuela en el que están atrapados y sobre cuyas reglas específicas discuten para nuestro mayor deleite, los jóvenes protagonistas evolucionarán junto a los más experimentados en un 'Scream' que recurre constantemente a sus cimientos mediante localizaciones emblemáticas o nombres conocidos para subrayar esta noción de herencia, y los burdos trucos para deleitarse con ellos con humor, desviándolos y, en última instancia, buscando renovarlos en beneficio de una trama original. Por supuesto, no todo es perfecto, el esquema general "screamesco" queda de hecho congelado por su desarrollo en actos inevitables, los nuevos jóvenes héroes distan mucho de ser todos igual de memorables y algunos trucos diseñados para divertir nuestras expectativas en términos de sobresaltos apenas funcionan pero, como tal, "Scream" consigue establecerse como un buen slasher, liderado por un Ghostface implacable en la violencia de sus asesinatos (quizás el "Scream" más demostrativo en este sentido hasta la fecha), en el que las sorpresas se mantienen con inteligencia (hasta la última parte, y aunque haya algunas sospechas, la película consigue dejarnos con la duda sobre la identidad del culpable o culpables) y que, por fin, es menos tímido a la hora de tocar elementos esenciales de su mitología.
Mejor aún, la película consigue mantener un equilibrio mucho más eficaz entre seriedad y humor que "Scream 4" (que a veces exageraba las líneas desenfadadas, incluso ridículas, para restar seriedad a sus enfrentamientos) y, al mismo tiempo, utiliza con moderación las figuras de Sydney, Gale y Dewey, (El acertado acto final, con sus múltiples giros, es la mejor prueba de ello, ya que todos tienen su momento para brillar, ya sea delante o detrás del cuchillo).
Enseguida te das cuenta de que si, dentro de diez años, Matt Bettinelli-Olpin & Tyler Gillett volvieran con una película slasher tan violenta y bien ejecutada como ésta, para reírse de los improbables nuevos conceptos que nos depara el cine de género y algunas de sus franquicias más rentables, todas ellas con el talento suficiente para ganarse nuestra admiración cómplice como lo han hecho aquí, asistiríamos inevitablemente a esta cita, como si Wes Craven y Kevin Willlamson nos la estuvieran dando ellos mismos. Esto es, sin duda, una buena señal de que la sucesión es digna y lograda. Además de ser un homenaje en toda regla, este "Scream" termina con un conmovedor "Para Wes", él lo habría apreciado, incluso más de lo que nos habríamos atrevido a imaginar.
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