Crítica de Manuel Monleón, un grito pegado en la pared por Rath

El documental se realizó para conmemorar el centenario del nacimiento del que fuera uno de los más importantes cartelistas españoles durante la década de los años 20 y 30 del pasado siglo. Pero añado que también era de justicia que así fuera y que el resultado, si no redondo, es más que notable y está muy bien trabajado. La figura personal y artística de Manuel Monleón es una más entre las muchas injustamente olvidadas tras la contienda civil que dividió en dos España durante los años treinta. Las cosas de pertenecer al bando perdedor.

Aparte de su formación artística, Monleón fue persona comprometida con los vientos libertarios que discurrían y vivió en su juventud, de modo que fue naturista, nudista, esperantista, vegetarianista... Como refiere entre risas en un momento del documental su hijo Lenko (Korolenko, en honor del escritor ruso Vladimir Korolenko), su padre reunía todos los istmos. Tras la guerra, el paso por distintas prisiones y el autoexilio posterior en 1950 junto a su familia hacia Colombia -posteriormente, Venezuela-, incapaz de soportar la oscura atmósfera social que se respiraba en su país, hasta su definitivo regreso a España en 1962.

Como curiosidad y apunte importante, la película refleja también la faceta cinematográfica de Monleón, salpicada de antiguas recreaciones familiares que están siempre muy por encima del vídeo doméstico, incluso con divertidos argumentos de ficción.

"Manuel Monleón, un grito pegado en la pared" es ante todo un documento de lo más ameno, curiosísimo y repleto de bellas y muchas veces sorprendentes imágenes. Un retrato merecidísimo de un importante artista español.