Crítica de John Wick: Capítulo 3 - Parabellum por Migatoyyo

A ver.... probablemente John WIck 3 sea mejor que el 5,5 que le he dado. Pero... ¿qué la hace una película interesante?
Vamos por partes decantando sus contras.
Argumentalmente es absolutamente básica. Sus admiradores podrán decir que no necesita de un guión complejo para convertirse en un espectáculo visual de primera magnitud, pero lo cierto es que las escasas pausas en las coreografías de muerte y destrucción en la que se introducen pinceladas de códigos "éticos", órdenes secretos y estructuras de poder/rebeldía suponen un bálsamo para el espectador que me hace presumir que un poco más de enjundia no le hubiera venido mal.
Las interpretaciones. La película cuenta con la aparición de muy buenos actores en roles arquetípicos. El propio Keanu Reeves, que me parece un actor notable, decide encarnar a John Wick como una parodia, con diálogos escasos y entonaciones imposibles que nos hacen pensar si Wick hablará inglés o será un mal alumno del método de "aprenda inglés con 1000 palabras".
La violencia. La desmesura en el retrato violento de las luchas puede echar a muchos para atrás; demasiados sesos proyectados sobre hasta entonces impolutas paredes. Pero, ¿quién no se ha sentido alguna vez atraído por su lado más oscuro y violento? ¿quién no se ha henchido ante una demostración de poder animal y salvaje? Pero docenas de directores prestigiosos nos han mostrado y han analizado la naturaleza violenta del ser humano con mucha más profudidad y originalidad que Chad Stahelski. Antes los Fuller, Peckinpah, Leone o Tarantino en occidente y los Oshima o Woo en oriente nos mostraron cómo retratar la violencia y abrieron caminos por los que Stahelski solo transita, en una imitación/homenaje bastante evidente a "Game of Death" de Bruce Lee.
Sin embargo, John Wick, que descaradamente nos deja una historia preparada para una cuarta parte, agrada al espectador con sus luces de colores como las de las máquinas tragaperras, sus coreografías que se repiten una y otra vez, con una trama que sabemos a dónde nos lleva desde el primer minuto de proyección. Pero el cine también es dejarse llevar, dejarse, incluso engañar, y disfrutar sin necesidad de plantearse muchas más cosas.