Crítica de Érase una vez en… Hollywood por MrPenguin

Tras haber rendido su particular homenaje al western clásico con 'Django Unchained' y 'The Hateful Eight', Quentin Tarantino regresa al fin a la gran pantalla y lo hace para continuar con su festival de tributos con la esperadísima 'Once Upon a Time in Hollywood', toda una carta de amor al séptimo arte en general y a la historia de Hollywood de finales de los 60 en particular. La película, aun tomando como escenario todo lo sucedido en torno a la Familia Manson, Roman Polanski y Sharon Tate, no presenta una trama definida como tal, sino que prefiere centrarse en las diferentes vivencias y anécdotas de los carismáticos personajes interpretados por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, quienes se encargan de llevar casi todo el peso interpretativo de un film que navega en todo momento entre la añoranza hacia esa mágica década de los 60, la decadencia de ciertos géneros cinematográficos en favor de otros y el enorme cambio social y cultural que se produjo en el Estados Unidos de aquel entonces.

Con ese escenario queda claro que estamos ante un Tarantino algo diferente a lo habitual; uno menos gamberro —aunque la película se reserva algunos momentos MUY tarantinianos—, pero también más maduro que nunca. Esto no solo se nota en el tono más emocional que usa el director, sino también en la forma en la que juega con el propio concepto de cine —ese que tanto ama— para no quedarse simplemente en la nostalgia e ir un paso más allá en la construcción de una historia que, ante todo, rebosa ilusión por todo aquello que ocurre alrededor de una cámara. Por supuesto, esa ausencia de un argumento definido, sumado a su ritmo pausado y a su larga duración —cercana a las tres horas—, hará que muchos no puedan aguantar ni veinte minutos de metraje, pero personalmente creo que no le sobra nada. Tiene buenos personajes, algunos momentos y diálogos bastante divertidos y, por supuesto, homenajes a estrellas de cine de la época, una banda sonora llena de temazos sesenteros y una deslumbrante recreación del Hollywood de 1969 que es puro deleite audiovisual. Para mí, otra maravilla en la carrera del bueno de Quentin.