Crítica de El reverendo por Sandris

Paul Schrader reaparece en la escena cinematográfica para castigarnos. Para hacernos comprender a los seres humanos, la capacidad destructiva que poseemos. La Tierra, nuestro hogar, está siendo aniquilado por los que deberíamos protegerla como a nuestra propia madre. El mensaje del filme es claro. Nuestros intentos por salvar el ecosistema fracasan, no nos preocupamos y mucho menos reflexionamos sobre la situación en la que nos encontramos.
Todas estas vicisitudes se reflejan en la personalidad de Toller (Ethan Hawke), el cual tras conocer a Mary (la bellísima Amanda Seyfried) y a su esposo Michael (Philip Ettinger), sufre un profundo cambio en la forma de ver los acontecimientos de su vida y todo lo que le rodea. Michael trastorna al reverendo con sus preguntas, sus afirmaciones y aseveraciones. El mundo está muerto y toda la culpa recae en nosotros mismos. El apocalipsis de cierne sobre nuestras cabezas. Y nosotros no hacemos nada.
Así pues, si bien el mensaje es claro y las interpretaciones de los protagonistas notables, es la narración de la película la que me chirría. Las composiciones en escala de grises, la ausencia de colores vivos (favoreciendo el hastío y el distanciamiento), el tenue hilo musical que adereza ciertas escenas, la cadencia y la lentitud en el desarollo de la trama, me provocan una sensación de apatismo. Este filme es la prueba viviente de que unas buenas intepretaciones, un guión muy logrado y un mensaje incisivo, no son suficientes a la hora de realizar una obra cinematográfica.

Habrá quién la considere una obra maestra del cine y habrá quién se sienta totalmente decepcionado por lo que pudo ser y no fue. Como es mi caso.