Redactada: 2023-05-25
Desde hace tiempo me planteo la perdurabilidad de las artes en el mundo en el que vivimos. Todo el mundo valora una estatua renacentista o un cuadro impresionista y, aunque no todos los públicos estén hechos para los museos, lo cierto es que los más emblemáticos están siempre llenos y la gente los visita aunque sea por obligación.
Con la literatura ocurre otro tanto; cuesta leer a los clásicos, en ocasiones por los cambios en el lenguaje. Quien se enfrenta a una obra del siglo de Oro lo hace en más ocasiones por cultura que por disfrute. Pero también se hace extraño ver a gente leyendo obras del XiX por ejemplo.
En esta disertación ¿qué lugar ocupa el cine? La mayoría del espectador se deja llevar por la inmediatez y una película de más de 10 años adquiere el calificativo de "vieja" con mucha frecuencia. Se consume el estreno, la novedad, casi independientemente de su calidad y se rechazan películas anteriores por sus desfases técnicos, por su lenguaje cinematofráfico, siempre acorde a la época en la que se rodo y, en último térmno, por las corrientes morales que reflejan la sociedad del momento y que muchas veces supone un distanciamiento para el espectador actual.
Entonces ¿podemos denominar arte a algo que queda sometido al valor de la actualidad? Para el cinéfilo curioso, recuperar filmes de otra época se convierte en un placer, no exento de la necesidad de contextualizar el filme.
Ver Frankenstein o cualquiera de las películas de la Universal, que en los años 30 del pasado siglo aterrorizaron a toda una generación, supone asumir que se va a ver un filme de terror que no nos va a dar miedo, por lo que "no vamos a ver el mismo filme que vieron nuestros antepasados hace 100 años". Sin embargo, con todos esos matices y condicionantes, Frankenstein sigue siendo una película impresioannte en no pocos aspectos. La escenografía, pese a las limitaciones tecnológicas (que no técnicas) es abrumadora; deudora como todos aquellos filmes del expresionismo alemán, donde el blanco y negro y sus sombras jugaban un papel determinante, las escenas en las que se da vida al monstruo no resultan en absoluto ridículas, sino al contrario, tienen todo lo que necesitan y si las filmaramos hoy no necesitaríamos nada más que reproducirlas tal cual para lograr el efecto deseado. Así pues, nos encontramos ante una película visualmente espléndida, que no ha envejecido como se podría esperar de ella, sino que aún nos ofrece un buen puñado de imágenes icónicas, como la primera aparición del mostruo, la escena del lago o el desenlace en el molino.
Donde realmente se nota el envejecimiento del filme es en el retrato psicológico de los personajes pues por encima de los efectos especiales, donde más ha evolucionado el cine es en su capacidad para crear personajes mas complejos y ricos en matices.
No obstante, en la medida en que recuperamos el visionado de estos filmes seremos capaces de otorgar al cine una tegoría de arte y ya solo por ello merece la pena recomendarlos a las nuevas generaciones.
Guion
4 ✮
Banda sonora
0 ✮
Interpretación
4 ✮
Efectos
4 ✮
Ritmo
0 ✮
Entretenimiento
4 ✮
Complejidad
2 ✮
Sentimiento
0 ✮
Duracion
0 ✮
Credibilidad
0 ✮
Fotografía
4 ✮
Dirección
4 ✮

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