Crítica de Demolition Man por MrPenguin

Año 1996, Los Ángeles. La ciudad se encuentra sumida en medio del caos provocado por el enfrentamiento entre el peligroso criminal Simon Phoenix y el temerario agente de policía John Spartan, apodado "Demolition Man" por su afición a utilizar métodos poco ortodoxos en su trabajo. Tras un grave incidente, la justicia decide condenar a ambos hombres a la llamada crioprisión, donde pasarán 36 años en animación suspendida hasta que otro percance les hace retomar de nuevo su antigua enemistad. Así empezaba 'Demolition Man', un clásico absoluto del cine de acción noventera que supo combinar con habilidad humor, ciencia ficción, mamporros y frases para el recuerdo.

A destacar el tono de cachondeo por el que opta la película, que en todo momento deja claro que no se toma demasiado en serio a sí misma a base de introducir constantes puntos cómicos entre explosión y explosión. Esto no habría sido posible sin el buen hacer de su trío protagonista, formado por un cómico Sylvester Stallone en el papel del bueno, un carismático y rubísimo Wesley Snipes en el papel del malo y una ingenua Sandra Bullock en el papel de la policía del futuro Lenina Huxley. Y sí, el apellido de Lenina no es casual, ya que la película tomó inspiración de la novela 'Un mundo feliz' de Aldous Huxley para presentarnos una sociedad aparentemente utópica y más pacífica que la actual, pero también más controlada, sometida a la corrección política y con muy poca cabida para aquellos que opinen diferente al resto.

Por supuesto, no creo que 'Demolition Man' pretendiera ser ese tipo de ciencia ficción sesuda que podemos encontrar en libros como '1984' o el propio 'Un mundo feliz', pero resulta curioso que algunas de sus predicciones la hayan convertido en una de las películas que mejor supo imaginar cómo sería la sociedad actual. Esto, sumado a su tono satírico, aporta además cierto componente crítico y reflexivo a su festival de disparos, chascarrillos y estética retrofuturista y la sitúa como una opción más que recomendable para los que quieran un rato de cine palomitero sin pretensiones pero con algo de miga (y muchas leches).

Y hasta aquí la crítica. Propicios días y, por favor, tengan la bondad de usar el sistema de las tres conchas.