Apenas tres años después del nacimiento del llamado Dogma 95, Thomas Vinterberg —cofundador del movimiento junto a Lars von Trier— lo inauguraba con 'Celebración', un intensísimo drama familiar con el que el director, tras un prisma de pura acidez, lanzaba una dura crítica a la burguesía danesa en particular y a la hipocresía humana en general. Vinterberg, acogiéndose a los preceptos del Dogma, se libera de cualquier artificio innecesario, se carga la cámara al hombro y nos introduce de lleno en la celebración del sexagésimo cumpleaños de Helge Klingenfeldt, el adinerado patriarca de una familia cuyos más oscuros secretos comenzarán a aflorar durante el festejo. Así, lo que inicialmente se presenta como una reunión familiar como cualquier otra, con sus típicas desavenencias y sus habituales reproches, pronto desembocará en un claustrofóbico juego psicológico en el que la tensión, tan palpable como incómoda, será la principal protagonista.

En cuanto a las peculiares —y polémicas— normas impuestas por el Dogma, hay que decir que aquí contribuyen en buena medida a potenciar todo aquello que la película pretende transmitir y, por tanto, a mejorar la experiencia final. El traqueteo y el movimiento de la cámara, si bien pueden resultar mareantes de primeras, permiten que Vinterberg nos adentre en las habitaciones de la mansión de los Klingenfeldt como si fuéramos uno más de la familia, dotando así de un inusual realismo a la película y aumentando nuestra sensación de malestar. Un ambiente irrespirable en el que el director, como si de un titiritero se tratase, arrincona a sus personajes, juega con ellos y les obliga a abandonar el cómodo refugio de la mentira para enfrentarse a una verdad demasiado cruda como para ser digerida. Durísimo retrato de una realidad devastadora, amparada bajo un manto de falsa moralidad e impostadas apariencias, sobre la que el cineasta danés logra crear una obra que agobia, incomoda y atrapa a partes iguales. Señor Vinterberg, me quito el sombrero ante usted.

No me parece que Dogma 95 sea un movimiento muy interesante como espectador, pero he de reconocer que la propuesta encaja a la perfección con 'Celebración'. Además, al sustentarse principalmente en un guion que convierte esta fiesta de cumpleaños en una auténtica pesadilla, una vez acostumbrados a la propuesta termina siendo casi un aspecto secundario de la obra. Todo esto sirve para que Vinterberg firme una obra particular, dantesca y digna de recordar como un puñetazo al estómago. De lo mejor de su filmografía.