Los 80 y 90 ya habían demostrado que era posible combinar comedia y zombies con éxito, pero no fue hasta 2004 cuando esta tendencia comenzó a forjar un subgénero propio con 'Shaun of the Dead', el irreverente homenaje-parodia a la 'Dawn of the Dead' de George A. Romero con la que Edward Right, quien también escribió el guion, comenzaba a definir su particular estilo como director. Para entonces ya existían películas sobre muertos vivientes con cierto toque de coña —como 'Evil Dead' o 'Braindead'—, pero el cineasta británico optó por dejar más de lado el aspecto gore y, en su lugar, sustituirlo por un marcado aire de patetismo con el objetivo de poner patas arriba todos los tópicos habidos y por haber en este tipo de cine. Así es como comienza la historia de Shaun (Simon Pegg) y Ed (Nick Frost), dos perdedores con vidas bastante anodinas que, sin comerlo ni beberlo, acabarán en medio de un apocalipsis zombie armados únicamente con un bate de cricket y un infinito arsenal de ideas disparatadas.

¿El problema para ellos? Que tanto Shaun como Ed son, como suele decirse, dos empanaos de la vida que no se darán cuenta de nada hasta que comiencen las mutilaciones, evisceraciones y demás prácticas de casquería zombie (imperdible la memorable escena del Cornetto). ¿Lo mejor para nosotros? Pues que el hecho de que Shaun y Ed sean dos empanaos de la vida no solo supone una divertida deconstrucción de la figura del héroe del cine de terror apocalíptico, sino también el catalizador perfecto para propulsar este delirante festival plagado de humor negro —muy británico además—, muertes salvajes y soluciones creativas a todo el caos que reina en las calles. Una película sencilla y sin grandes pretensiones, pero rebosante de personalidad, realizada con mucho mimo y construida además sobre cierta base de crítica social hacia lo zombificada que está ya la sociedad haya comecerebros o no de por medio. Para echarse unas risas con amigos, unas cervezas y un buen Cornetto de fresa con nata.

'Shaun of the Dead' me entretiene y divierte moderadamente. Creo que va de más a menos, pues hasta llegar al Winchester me lo estaba pasando muy bien y con el enclaustramiento se pierde esa chispa. Visualmente resulta mucho más estimulante en esa primera mitad y ese punto rídiculo resulta bastante gracioso, llegados al Winchester me resulta más monótona y predecible además de limitarse bastante en lo visual.

En todo caso, es recomendable y me quedo con ganas de ver más de Edgar Wright, director que me ha convencido mucho con 'Scott Pilgrim contra el mundo' y me ha dejado indiferente en otras obras como 'Baby Driver'.

Una película que fue una de las primeras en innovar el género zombies juntándole comedia y aunque al principio te parezca dos cosas totalmente distintas, no quedan mal del todo.

Historia que te hará pasar un buen rato con su locura de un principio, que aunque mezcle los dos géneros, acaba mezclando también el de romance, pero unas escenas románticas un tanto a lo Simon Pegg, que de romántico tiene poco.

También acaban teniendo una buena dosis de sangre y buenos efectos a la hora de matar a “unos cuantos zombies”. Con unas escenas “flipantes”, sobre todo la de la escena final, que te dejará con la boca abierta, ya que parece desde un principio que acabará de una forma, pero que luego, no sabes cómo, acaba todo de otra forma.

Una película que es entretenimiento puro y que hará que te gusten estos géneros, a no ser que no te guste la sangre, porque si es así, acabarás odiándola más.

Una de las películas de zombies mas divertidas que existen.

Desde el primer momento no puedes evitar reírte con las payasadas de este grupo de supervivientes para llevarte a un final que no esperas y que queda genial.

Buenísima