¿Qué obtenemos si juntamos de manera torpe conceptos de 'Annihilation', 'Arrival', 'Solaris', '2001: A Space Odyssey', 'El árbol de la vida', 'Stranger Things' y una pizca de horror cósmico lovecraftiano? Pues algo parecido a 'Portales', una desconcertante antología de ciencia ficción marcada por su inmensa cantidad de influencias y por un pronunciado tono metafísico, filosófico y existencial. Una tremenda fumada, vaya. La película, dividida en cuatro segmentos episódicos pero interconectados entre sí, se centra en la aparición de unos misteriosos portales con aspecto fibroso (son como alfombrillas de baño gigantes) que han provocado la desaparición de millones de personas a lo largo de todo el planeta. Con esa sugerente premisa como punto de partida, 'Portales' se irá moviendo a través de una opresiva atmósfera de inquietud para así hacernos testigos del incierto destino de sus personajes, de su forma de interactuar con esas extrañas anomalías cósmicas y del posible motivo que esconde su llegada.

Una propuesta con bastante atractivo que, sin embargo, acaba perdiendo la mayor parte de su interés y de su coherencia argumental en una lisérgica espiral de escenas inconexas, momentos absurdos y situaciones que abrazan al surrealismo más duro y fundecerebros. Digamos que a los 20 minutos piensas "este porro no sube" y a los 70 tu mente ya está en otro plano dimensional. Su forma de abordar las ideas que propone es tan ambigua y conceptual que varias personas podrían pasar horas debatiendo sobre los distintos significados que la película encierra y todas tendrían razón. El siguiente paso de la evolución humana, la trascendencia, el transhumanismo o el nuevo catálogo de alfombras de baño de Ikea. Todo vale para darle sentido a una historia que, para bien o para mal, deja la mayoría de los temas planteados a la libre interpretación del espectador. Yo mi conclusión la tengo clara: para portales me quedo con el de mi casa, que al menos sé a dónde lleva.