Entrañable, conmovedora, tierna y, sobre todo, mágica. Porque solo a través de la magia es posible entender el aura especial que rodea a 'Eduardo Manostijeras', la inolvidable fábula gótica con la que Tim Burton, firmando la que seguramente sea su obra más personal, nos dejaba su particular oda contra la discriminación. No en vano, la propia concepción de la película nace de la complicada adolescencia de Burton, quien, habiendo crecido con la sensación de no encajar en el mundo que le rodeaba, decidió recuperar uno de sus viejos dibujos —el de un hombre con cuchillos en vez de dedos— y utilizarlo para dar forma a la idea central de la película. Así es como nacía Edward, un humanoide artificial de gran sensibilidad, corazón puro y tijeras en lugar de manos. Un ser condenado a la incomprensión y al aislamiento que, tras una serie de casualidades, se ve obligado a integrarse en una sociedad demasiado superficial como para ver más allá de las apariencias.

Burton, haciendo uso de un maravilloso diseño de producción, acentúa las enormes diferencias existentes entre ambos universos y nos ofrece un curioso contraste entre Edward, de aspecto tenebroso y sombrío, y el vecindario donde ocurre la historia, mucho más colorido y luminoso. Sin embargo, tras esa alegre e idílica fachada se esconde la hipocresía de todos aquellos para los que lo diferente, como el propio Edward, no es más que una mera curiosidad que solo interesa mientras dure la novedad para, más adelante, ser rechazado. Burton lanza así una incisiva crítica social hacia los prejuicios, la falsa moralidad y la falta de empatía, y, al mismo tiempo, nos muestra lo mejor de este mundo a través de la candidez de sus personajes principales —geniales sobre todo Dianne Wiest y Johnny Depp—, de la hipnótica belleza de sus imágenes y de la emotiva banda sonora de Danny Elfman. Trágico y a la vez esperanzador cuento de hadas que Burton, sin renunciar a su estilo, refuerza con un atemporal mensaje que nos recuerda que, al final, no existe peor monstruo que el ser humano ni tijera más hiriente que la intolerancia.

Unos cuantos años antes de crear su versión de Alicia en el país de las maravillas, Tim Burton hizo una de La bella y la bestia. Aunque de cualquier manera está claro que se trata de un cuento.

Un pueblo en el que todas las casas y todos los coches son iguales, donde las amas de casa viven aburridas y donde la única que parece querer hacer algo con su vida vende Avon. Entonces aparece alguien que pondrá al pueblo patas arriba, alguien diferente, incomprendido, uno de esos personajes excéntricos que tan bien se le dan a Johnny Depp, que estaba en su mejor época, igual que el propio Tim Burton, y una jovencita Winona Ryder con la que venía de hacer Beetlejuice.

Y como siempre pasa con eso que es diferente y que no conocemos, provoca fascinación, pero también rechazo, miedo incluso. ¿Pero quién da más miedo en realidad? Como digo, creo que es una versión de La bella y la bestia, y esa escena en la que le persiguen, y el novio de Kim va hacia el castillo, es idéntica a la del pueblo queriendo matar a Bestia.

La fotografía es mágica, el contraste entre esa estética oscura y gótica que tanto le gusta al director con los colores pastel del pueblo. La escena del ángel de hielo y Winona bailando bajo la nieve siempre me ha parecido preciosa, mi favorita sin ninguna duda. Y a la banda sonora de Danny Elfman, otro habitual en las películas de Tim Burton, tampoco se le puede poner ninguna pega. Y además creo que no ha envejecido nada mal en sus treinta años.

Bonita historia en la que Johnny Depp hace una gran interpretación

La historia en si no esta mal pero creo que tampoco tiene demasiado trasfondo, aun así creo que tiene una buena enseñanza.

El actor más destacable como no podría ser de otra forma es el actor protagonista, Johnny Depp (de sus interpretaciones más conocidas), es normal porque todo gira entorno a él. Aun así destacaría también a Winona Ryder, que cumple muy bien con lo suyo.

Recomendada, al menos una vez.