Año 50 antes de Cristo. Las legiones romanas, comandadas por el siempre impasible Julio César, han tomado toda la provincia conocida como Britania. ¿Toda? ¡No! Por suerte, una pequeña aldea de irreductibles bretones, en claro paralelismo a la situación de nuestros héroes galos favoritos, resiste estoicamente los ataques enemigos. Sus fuerzas, sin embargo, no podrán aguantar las acometidas romanas mucho más, así que el bueno de Buentórax, primo lejano de Astérix y representación arquetípica del británico promedio, decide viajar a la Galia para pedir ayuda a su pariente. Peligroso y a la vez divertidísimo viaje materializado en una de las mejores aventuras animadas de Astérix y Obélix y, del mismo modo, en una de las más fieles con respecto al material original. Del cómic mantiene su ironía, las bromas a la cultura anglosajona y los anacronismos, solo que contando además con las ventajas que ofrece el medio animado para aumentar la contundencia de mamporros, tortazos y demás intercambios de galletas.

Buena parte del éxito de la fórmula reside, precisamente, en esa habilidad para conjugar el riesgo de la propia misión con un tono de humor que no deja de acompañarnos en casi ningún instante. Esto se traduce en una película en la que veremos a nuestros protagonistas sufrir derrotas, pasar apuros y, en definitiva, no resultar tan invencibles como la poción mágica suele hacernos creer, pero donde también tendremos un constante —e hilarante— aire de sátira hacia algunos de los más manidos clichés británicos: la sagrada hora del té, conducir por el lado malo de la carretera o ese extraño mejunje en el que osan estofar el jabalí. ¡Están locos estos bretones! Un ingenioso guion que insufla todavía más vida si cabe a las páginas de Goscinny y Uderzo y que nos regala una historia ágil, llena de momentazos y con un equilibrio perfecto entre aventura y comedia. Todo un clásico de este par de peculiares guerreros que, sin duda, merece no caer jamás en el olvido.

Astérix y Obélix son dos personajes que se han ganado el cariño de muchos desde su creación, ya sea en cómic, película animada o live action.

No es para menos, pues estamos ante un producto que funciona y entretiene por partes iguales.

Y en el caso de ‘Astérix en Bretaña’ desprende cariño por parte del director, animadores, guionistas y demás.

Pues estamos ante una película animada muy adelantada a su tiempo, que podría competir perfectamente con cualquier película de Disney.

También nos ofrece una historia corta, comparándola con una película de hoy en día, pero intensa, donde en cada momento sucede algo.

Adaptación del tebeo del mismo nombre de nuestro galo favorito.

Julio Cesar ha decidido marchar a Bretaña y conquistarla, después de una dura lucha contra los bretones, los romanos vencen (tal vez tenga la culpa la manía de los bretones de parar a las cinco de la tarde para beber agua hervida ¡Están locos estos bretones!). Toda Bretaña está ocupada. ¿Toda? No, una aldea resiste, de momento, al invasor. El jefe Zebigbos, sabiendo que la derrota está cerca, envía a Buentorax a la aldea gala donde vive su primo Astérix para pedirles la poción mágica. Astérix, Obélix (que echa de menos a los romanos), el perro Ideafix y Buentorax marchan a Bretaña para salvar a la aldea bretona y darles una buena zurra a los romanos.

Muy divertida película tal y como nos tienen acostumbrados nuestros galos. Llevo viendo esta película desde que tengo memoria y nunca me canso de ella, y a pesar de sabérmela de memoria siempre me sorprende y me río de sus chistes, en especial del gran Obélix que está espectacular.

¡Están locos estos romanos!